Estamos llegando a fin de año y aún con pandemia se nos viene a la mente el clásico “por un verano sin polera”. Hasta el año pasado veíamos gimnasios repletos, hoy nos encontramos con un panorama muy diferente, trasladándose los entrenamientos a las casas o calles.
A medida que vamos saliendo del confinamiento, las personas han ido retomando sus actividades físicas, lo malo es que pretenden hacerlas como si no hubiesen tenido que cambiar la intensidad y frecuencia de su entrenamiento.
Esto puede aumentar la aparición de lesiones de tipo musculoesquelético, como la contractura muscular, DOMS (dolor muscular tardío), lesiones ligamentosas y articulares, manifestaciones de síntomas como el dolor localizado, la palpación dolorosa, malestar al estiramiento muscular, aumento de volumen de la zona lesionada, fatiga y sensación de cansancio extremo, y más grave aún, la incapacidad funcional, que es proporcional a la expansión del daño.
Para prevenir este tipo de problemas musculoesqueléticos, considerando el cambio de la intensidad o de la rutina acostumbrada después de varios meses, es importante iniciar siempre con ejercicios de baja intensidad, con repeticiones de bajas cargas externas como son las mancuernas, con una activación global del cuerpo, esto implica moverse más de lo que estaba acostumbrado, incluir ejercicios funcionales que involucren gran cantidad de músculos, siempre respetando las capacidades de cada uno, y no sobre esforzándose para así evitar lesiones.
Por supuesto, está la relevancia de asesorarse con profesionales capacitados para la realización del ejercicio y que puedan guiar de manera correcta, con una dosificación personalizada y adaptada para las capacidades de cada persona. Y en el caso la aparición de una lesión o la presencia de dolor y pérdida de funcionalidad se debe consultar al médico traumatólogo y kinesiólogo.
Rodrigo Campos
Académico Kinesiología
Universidad de Las Américas