Los cambios de temperaturas y patrones climáticos a largo plazo son una realidad que afecta el mundo. Para el 2018, Chile formaba parte de la lista de los 20 países más propensos a sufrir consecuencias por el cambio climático según el Panel Intergubernamental en Cambio Climático y para 2022 ya integraba el grupo de 15 naciones más proclives a verse afectadas.
Las interpretaciones posibles son dos: la situación planetaria se hace cada vez más compleja y esto pone a Chile en un escenario aún más vulnerable u otros países de la lista han logrado revertir los efectos del cambio climático mejorando su posición en el ranking, situación distinta para Chile.
Con motivo del Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, que se conmemoró el 17 de junio, fue consultado el académico e investigador de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dr. Luis Morales, también director del Proyecto Anillo (código ATE220014): “Uso eficiente del agua para una agricultura sustentable bajo condición de cambio climático”, desde el cual se investiga para lograr una adaptación ecoamigable de las plantas frente a condiciones de estrés hídrico.
Al respecto, Morales hace referencia al aumento de las temperaturas y el avance de la desertificación desde el norte hacia los valles chilenos.
Según proyecciones climáticas, se espera que en los próximo 10 años la temperatura en Chile aumente entre 2° y 5°, lo cual, advierte el académico, traerá consecuencias graves para la agricultura.
“Cuando hablamos de desertificación nos referimos a que, en zonas con precipitaciones anuales sobre los 700 milímetros cúbicos, sólo cayeron 300 y 250 milímetros cúbicos…Si se va de paseo por la ruta Cinco Sur se observan extensiones de terreno seco y no las grandes plantaciones de pasto. Si uno toma la ruta hacia Constitución se ve desértico”, señala el académico.
Esto se traduce en menos agua para consumo humano y para regadío de cultivos de alimentos, al igual que menos pasto y forraje para animales, lo cual también se traslada a cifras de producción alimentaria.
“Terrenos cultivables que estaban acostumbrados a tener, por ejemplo, un litro de agua por metro cuadrado, hoy día sólo reciben 300 centímetros cúbicos y eso automáticamente genera un déficit, porque la flora que estaba adaptada a vivir y crecer con una cantidad de agua disponible, ya no la tiene, lo que genera que, por citar un caso, los productores frutícolas muevan sus cultivos hacia el sur”, agrega.
Ciencia para la vida
El Estado de Chile ha tomado conciencia al respecto y ha creado distintas herramientas para avanzar en la lucha contra la sequía y la desertificación, como los programas de apoyo a la investigación de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
Es el caso de la versión 2022 del Concurso Anillos de Investigación en Áreas Temáticas Específicas, convocatoria en la cual la Universidad Autónoma de Chile adjudicó fondos para tres proyectos de investigación en las temáticas crisis hídrica, cambio climático y eficiencia del uso del agua, este último dirigido por Morales, quien junto a su equipo trabaja para generar un producto bioestimulante al crecimiento de plantas en condiciones de déficit hídrico.
“Ya se ha señalado que de aquí a 10 años tendremos mayores temperaturas y menos agua. Necesitamos que las plantas puedan seguir generando fruto de calidad, con propiedades organolépticas saludables para los seres humanos…Llevábamos cinco años trabajando en entender el proceso de maduración de los frutos y en varios prototipos que ya están andando y que hemos logrado consolidar en esta propuesta de investigación”, relata.
El grupo de Talca, con 10 investigadores, espera probar el compuesto nanoformulado en julio del presente año en instalaciones del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA). El objetivo es lograr frutos de calidad, con sólo 50% del riego habitual, bajo condiciones adversas de temperatura.
Más datos
En el verano del 2021-2022 el catastro del Ministerio de Agricultura cuantificó más de 10 mil animales muertos entre las regiones de Coquimbo y el Maule a causa de la sequía. Otros 50 mil se vieron afectados con síntomas de desnutrición o hambruna, dado que el invierno de 2021 fue seco e hizo que el siguiente período de verano fuese de pocos recursos alimenticios para los animales.
En igual período, por efectos de la crisis hídrica, más de 6 millones de personas se vieron afectadas por la desertificación. Se calcula que los habitantes de 156 de las 346 comunas de Chile registran algún grado de ésta, lo que equivalente al 72% de la superficie del país.
Se suele creer que la desertificación es un escenario como el Desierto de Atacama, pero existen distintos niveles y el Valle Central de Chile ya muestra avances progresivos de déficit hídrico.