Según la Real Academia Española el término investidura significa el carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades. La investidura implica respeto hacia quien la ostenta, más si el cargo se debe a un mandato emanado del pueblo.
La grabación y difusión de una conversación privada con el Presidente de la República realizada por el diputado Miguel Mellado no es un simple error sino un delito consagrado en el artículo 161 letra A del Código Penal (artículo creado a partir del episodio “Kiotazo” que fue un escándalo político ocurrido 23 de agosto de 1992 cuando el dueño del canal Megavisión en ese entonces, el empresario Ricardo Claro, filtró mediante una antigua radio Kioto una conversación entre Sebastián Piñera y su amigo Pedro Pablo Díaz en la que el entonces senador le sugiere como hacerle una encerrona a Evelyn Matthei en la TV). Y cuando existe la comisión de un delito, cualquiera sea su entidad, todo funcionario público está obligado a denunciarlo conforme lo ordena el artículo 175 del Código Procesal Penal. No se trata de voluntarismo ni subjetividad, sino una imposición legal.
Sin embargo, este criticado actuar del diputado deja en evidencia una conducta ya algo enraizada en nuestra ciudadanía como es la pérdida del respeto a nuestras autoridades, institucionalidad y porque no decirlo, a nuestra democracia.
En las últimas décadas, cada vez más en aumento, hemos sido testigos de expresiones vejatorias o burlas hacia nuestras autoridades en su aspecto físico, su origen o cualquier degradación no relacionada con la sana divergencia o crítica política. Basta solo recordar a los últimos tres presidentes y las continuas vejaciones en redes sociales, “memes” o espacios de reuniones. Independiente el color político de cada presidente(a), podemos diferir en pensamientos, pero nunca faltar el respeto a su investidura.
Puede ser que las culpas las encontremos en la eliminación de la educación cívica ocurrida el año 1998 bajo el gobierno de Eduardo Frei Ruiz–Tagle, no obstante, tenemos un deber ciudadano y, en particular quienes somos padres o madres, de inculcar a nuestros hijos e hijas el respeto a las investiduras institucionales, más allá de defender con fuerza y pasión nuestros legítimos desacuerdos.
La continua descalificación al presidente del Gobierno o el insulto hacia cualquier oponente político con garantía institucional, suponen un deterioro del sistema de convivencia pacífica. Es cierto que tal respeto muchas veces se deteriora cuando quienes detentan tales cargos no son leales a los principios democráticos por los cuales fueron elegidos, pero en el caso chileno, después de la dictadura, hemos logrado construir una democracia respetada por su estabilidad que debemos cuidar.
El respeto a los presidentes implica reconocer y valorar la autoridad y el cargo que ostenta el Jefe de Estado y de Gobierno del país. Esto implica mostrar consideración hacia el presidente en términos de lenguaje, comportamiento y trato, incluso si no se está de acuerdo con las políticas o acciones específicas que pueda llevar a cabo.
“El verdadero y hondo liberalismo no se ve en las concordancias sino cuando se asegura la convivencia de lo diferente, con respeto y tolerancia, sin pretender la claudicación de nadie”, reflexionó alguna vez Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay.
Más importancia adquiere lo mencionado cuando en Chile se valora mayoritariamente mantener un sistema político presidencial frente a uno parlamentario (Dos Encuestas Zoom de ReConstitución lo refrendan). Es decir, la figura del presidente de la República forma parte de la cultura histórica y política de nuestro país ininterrumpidamente desde la constitución de 1833, incluso en el período de “pseudo parlamentarismo” que vino después de 1891 donde la investidura presidencial también se mantuvo.
En fin, siempre es buen momento para reflexionar sobre la cultura política que queremos perseverar en la que prevalezcan las ideas, las legítimas diferencias de opinión y la pasión por defender nuestros principios… la crítica pierde su fuerza cuando no es acompañada del respeto a la dignidad del cargo presidencial.
José Ignacio Cárdenas Gebauer
Abogado autor de libros como “El Jaguar Ahogándose en el Oasis” y “La Trampa de la Democracia”
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