Al igual que en un automóvil, las mantenciones preventivas en las estructuras de riego son fundamentales antes de un período de máxima exigencia. Si en un vehículo la recomendación es hacerlo previo a un largo viaje, en los predios agrícolas el momento ideal son los meses de invierno.
Las líneas de riego tienen una vida útil de entre 10 y 15 años, en promedio. Pero ese desempeño depende en gran medida de la revisión periódica de sus componentes, la limpieza de los elementos externos o el reemplazo de piezas que se exponen a erosiones que afectan el caudal para el cual las tuberías fueron diseñadas.
“Para tener una producción excelente es esencial lograr la uniformidad en todo el equipo de riego, así como su vida útil, y eso depende en gran medida de un buen mantenimiento de la infraestructura hídrica. Se estima que del agua depende el 80% de una producción en promedio, y si no le aplicas el agua que corresponde al árbol, el riesgo es demasiado grande. Es algo que no todos los productores tienen demasiado incorporado”, comenta Max Amenábar, gerente de la empresa chilena Dripsa, especializada en soluciones hídricas.
Los desperfectos habituales pueden tener un origen distintos en los dos tipos de gotero existentes en el mercado: el tradicional (normal) y el autocompensado. Un gotero no compensado es el que funciona de la siguiente forma: el caudal o cantidad de agua que gotea es directamente proporcional a la presión que tendrá en su interior la tubería. Por otra parte un gotero Autocompensado, es aquel que la cantidad de agua o caudal es siempre el mismo, independiente de la presión que exista en la línea de polietileno. Su estructura se compone de la parte principal, una línea de poliestireno que en su interior lleva un gotero integrado, que es el elemento a través del cual pasa el agua y se expulsa.
En los goteros Normales se puede presentar un desperfecto por el desgaste de los vértices del laberinto que se erosionan por el roce con la arena o impurezas del agua, generando un desboque del caudal, es decir, sale más agua de la necesaria. Por otra parte también se puede tapar el área de paso que tiene el laberinto, generando un problema que el gotero entregaría menos caudal, e incluso llegando al taponamiento total de este. En el caso de los goteros auto compensados, además de los problemas señalados anteriormente en los goteros normales, también pueden producirse diferencias de caudal producto de desperfectos en la calidad de la membrana que llevan en su interior, ya sea por acción del tiempo, sustancias químicas o presencia de impurezas
“En ambos casos, los goteros, igualmente, se van tapando por el paso de arena o arcilla, reduciendo la capacidad de las secciones del paso de agua”, explica el experto de Dripsa.
“Estos elementos se quedan adentro, se van acumulando y el gotero termina tapado. Cuando hay poca limpieza de los equipos de riego también se tapan con algas o residuos minerales del agua, incluso sales de los fertilizantes, que se precipitan dentro del gotero y al estar en contacto con el aire generan una costra. Todo esto ocasiona una reducción de la vida útil de los goteros”.
Reemplazo de la línea completa
Cuando las labores de limpieza o mantenimiento de los equipos no se realizan de forma periódica –al término y antes del inicio de la temporada de riego, y en algunos casos a través de inspecciones puntuales durante la misma– la vida útil de la estructura completa se reduce a menos de diez años, obligando a un cambio completo de la línea y los goteros.
El 98% de las instalaciones vienen goteros integrados, por lo cual cuando estos fallan se debe reemplazar toda la estructura, advierte Amenábar. “Para hacer este cambio de línea necesariamente hay que hacer una evaluación, midiendo al menos una vez a la temporada cuánto caudal tiene el gotero y si está en los litros para el que fue diseñado, desbocado o incluso si no gotea nada, y está tapado”.
En este caso hay algunas tareas previas de mantención. La más común es el proceso del “descole”, que se debe hacer cada dos o tres riegos: implica abrir la línea de riego al final y dejar que el agua salga durante 20 o 30 segundos, para que la suciedad que se acumulan al final de la estructura salgan. De hecho, la apertura de la parte final de la línea termina cuando el chorro que sale vuelve a ser transparente.
Otra importante tarea, más profunda pero menos habitual, es la limpieza de línea. Para ello se aplican productos químicos, principalmente cloro y agua oxigenada, que ayudan a que los sedimentos que se acumulan en los goteros salgan hacia afuera. El proceso se realiza por varias horas, en los que el producto se expande por la línea y luego, cuando se realiza el riego, el chorro elimina toda la suciedad, detalla Max Amenábar.
“Si el productor tiene agua y energía eléctrica disponible, sería ideal dar un riego de prueba en invierno, digamos entre junio y agosto, para hacer un tratamiento de limpieza. Esto permitirá evaluar que si la limpieza no dio resultado se necesita un cambio de línea de riego, y que no se tenga que parar el riego una vez que empiece la temporada, teniendo por varios días los cultivos sin agua, con el impacto que esto tendrá en la producción”.
El reemplazo de la línea se puede llevar a cabo con apoyo de maquinaria, con la cual se retira la estructura anterior, para desplegar de forma manual el nuevo equipamiento. Otras tareas habituales de mantenimiento son la revisión de bombas y sus motores, filtros y tableros eléctricos, que también se deben evaluar antes de la época de mayor exigencia.