La Enfermedad de Parkinson es uno de los trastornos neurológicos más complejos y la segunda alteración neurodegenerativa más frecuente a nivel mundial. Aunque no hay una cifra oficial de su prevalencia en Chile, de acuerdo al Plan de Garantías Explícitas de Salud (GES) del Ministerio de Salud, se estima que son cerca de 40 mil las personas que viven con este trastorno neurodegenerativo.
Mientras a nivel internacional la constante y vasta investigación sobre el Parkinson continúa arrojando resultados nuevos e interesantes respecto de sus causas y factores de riesgo, en Chile, CENPAR, centro clínico neurológico especializado en esta enfermedad, evidenció a través de un estudio descriptivo observacional, el papel central que tiene la rehabilitación en el tratamiento de las personas con Parkinson.
“Comúnmente se suele asociar este tratamiento únicamente al apoyo farmacológico. Éste, sin duda, es importante. Pero también lo es, en igual medida, la rehabilitación, que ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas que tienen este trastorno neurodegenerativo, recuperando la funcionalidad de aspectos clave para el diario vivir, como caminar y comer”, señala Marisol Said, directora ejecutiva de CENPAR.
El estudio
En el estudio se analizaron los datos históricos de 120 personas con Enfermedad de Parkinson, hombres y mujeres, entre 42 y 86 años, que presentaban como mínimo 12 meses de atención de rehabilitación integral -es decir, de kinesiología, terapia ocupacional y fonoaudiología-, entre enero de 2020 y diciembre de 2022.
De acuerdo al análisis, mientras al inicio de la terapia, un 20% de los pacientes presentaba marcha dependiente de una ayuda técnica, tras doce meses, ninguno de ellos la presentó. Esta evolución 100% favorable se repitió en la medición de otras alteraciones relevantes en el Parkinson, como las que afectan el habla y la voz, y respecto de la presencia de la rigidez muscular como un elemento que dificulta la calidad de vida.
En otras áreas de evaluación, donde la totalidad de los pacientes presentaban problemas, las mejorías también fueron altamente significativas. Fue el caso de la alteración en la capacidad aeróbica o cardiovascular al ejercicio, cuya presencia se redujo al 33% de los pacientes y la alteración en el equilibrio, que disminuyó al 40% de los pacientes.
“Todos los pacientes evaluados presentaron mejorías en las habilidades que las que tenían alteración, sin embargo, algunos, por condición personal, registraron mayores y más rápida mejoría, pudiendo ser un factor influyente la edad, el tiempo de dedicación al ejercicio en el hogar, el grado de dependencia, alteración cognitiva, motivación, escolaridad y nivel socioeconómico. A pesar de ello, todos tuvieron al menos tres variables con mejoría”, explica Paola Riveros, kinesióloga y directora de Rehabilitación de CENPAR, a cargo del estudio.
Entre esas variables, de acuerdo al estudio, el riesgo de sufrir caídas, disminuyó del 76% al 15% de los casos; el deterioro cognitivo, del 90% al 47% de los casos; y las alteraciones en la deglución, redujeron su presencia del 80% al 43% de los casos.
“Una variable de medición que no quisimos dejar fuera, fue la relacionada a la salud mental. En primer lugar, porque es frecuente que personas con Parkinson presenten cuadros de depresión, y, además, porque con la pandemia, muchos de nuestros pacientes tuvieron un efecto importante en lo anímico”, agrega Riveros.
En este campo, el estudio evidencia el positivo impacto de la terapia integral, apoyada por neuropsicólogos, ya que mientras al inicio del tratamiento, un 63% de los pacientes presentaba signos de depresión, al cierre de la evaluación, sólo un 26% de ellos los mantenía.
“Creemos que todos estos datos, finalmente, nos invitan a avanzar en un elemento que resulta clave en la visión que como país tenemos respecto del tratamiento del Parkinson, los pacientes y su grupo familiar: aumentar el conocimiento sobre los efectos positivos de la rehabilitación, y sobre la importancia de seguir un tratamiento que incorpora este elemento de manera temprana y preventiva para ralentizar la aparición de secuelas mayores y así reducir el impacto en el sistema de salud”, reflexiona Marisol Said.