Desde que la Psicología se instauró como disciplina, ha establecido el compromiso de estudiar y comprender la complejidad de la mente y el comportamiento humano con el anhelo de disipar dolores, malestares y profundas heridas que marcan la vida de las personas.
En un año como este, luego de haber vivido el estallido social de octubre de 2019 y una pandemia mundial durante 2020, no podemos sino reflexionar en torno a cuál ha sido nuestro rol como psicólogos de este país, en un territorio que está fracturado por la inequidad, pisoteado por la violencia, ignorado en sus dolores y heridas históricas, que no ha hecho más que expresar en las calles, en los hospitales, en las escuelas y en cada rincón lo duro que es vivir en una sociedad fragmentada y herida como esta.
Si no traemos la reflexión a nuestras mesas y actuar cotidiano, si no reconocemos las problemáticas que hoy debemos enfrentar, estaremos siendo cómplices de un sistema social que enajena y divide, omitiendo los elementos estructurales que hacen que cada día sean más las personas que ven mermada su salud mental y, finalmente, negligentes con nuestra labor.
Es importante que, como colectivo, los psicólogos de este país podamos contribuir a levantar los temas que hacen mella en nuestra sociedad y que nos articulemos para colaborar activamente en la recuperación de la justicia social, la equidad y con ello construir un país que pueda respirar en un espacio donde la salud mental sí es importante para todos.