El libro “Todo Legal” escrito por Carlos Tromben e Ignacio Schiappacasse explica e investiga cómo desde el golpe de Estado de 1973 a la fecha la elite financiera chilena ha ingerido en cada una de las decisiones del país para sus propios intereses y beneficios.
Esta minoritaria elite, denominada por tales autores “la polis”, no solo controla los grandes capitales del país, sino también los negocios de la salud, pensiones, bancos, en fin, todo. No hay nada ilegal en esto, tanto la Constitución de 1980 como nuestros cuerpos legales establecen un modelo económico que facilita el desarrollo de esta polis con influencias e injerencias políticas que durante décadas los ha protegido.
Lo sucedido con el rechazo de la idea de legislar la reforma tributaria no es más que lo de tantas veces cuando algún gobierno ha intentado regular con impuestos el gran negocio de la polis.
¿Criticar a la derecha por esto? No tiene sentido, siempre se ha sabido su actuar bajo el repetido argumento del crecimiento y la inversión que, en el fondo, es proteger a la polis. Da igual que haya ocurrido un estallido social, un intento fallido de cambiar la constitución, un diagnóstico más o menos transversal acerca que el Estado debe invertir en salud, educación, pensiones y vivienda, nada de esto es más importante que la polis porque ésta, según su argumento, dará la riqueza suficiente para chorrear al resto. Por lo tanto, no hay pudor para rechazar incluso la idea de discutir una reforma tributaria.
Lo rechazado no es la reforma, sino la solo propuesta para discutirla. Era una certeza que la reforma hubiese experimentado varias modificaciones, ya que nuestro sistema político apunta a que los gobiernos elegidos queden bloqueados en el Congreso cuando no tienen mayorías para implementar su programa. En este círculo vicioso llevamos años, sino décadas, deteniendo los naturales cambios sociales, más en tiempos de hoy donde la rápida evolución cultural exige de un sistema que camine a una parecida velocidad.
Ante la certeza de una polis muy protegida e influyente, exige del mundo progresista la disciplina y un real compromiso social, más allá de sus agendas personales o incluso problemas particulares. El caso de Pamela Jiles ya es crónico y es un hecho que su populismo personal es más relevante que la mirada social. Pero tratándose de las dos diputadas Viviana Delgado del Partido Ecologista Verde y la independiente Mónica Arce es aún más criticable, ya que siendo de la misma sensibilidad política del gobierno decidieron anteponer el episodio personal con el Ministro Ávila, que al parecer fue una discusión con alto tono de voz, para no votar por una reforma fundamental destinada a favorecer a tantos chilenas y chilenos que no son la polis.
Una de las grandes críticas a la Convención Constitucional fue la anteposición de agendas personales por sobre las colectivas, y en este caso, con estas parlamentarias, nuevamente ocurre lo mismo. Tampoco vale ensañarse con ellas, ya que es un ejemplo de tantos en la historia democrática de nuestro Congreso.
¿Y quién ganó con esto? La polis de siempre cuyos disciplinados escuderos celebran para no cambiar nada. El jefe de la bancada UDI, Jorge Alessandri, con total honestidad afirma que “… pobre de ti si pasas a ser mediano (empresario), y pobre de ti si pasas a ser grande, porque ahí te cae el monstruo del Estado, te quita todos los beneficios y te va a subir los impuestos”. ¿Hay algo malo en subir impuestos? ¿No se trata de crear una sociedad donde quienes ganan más contribuyen más precisamente para que indirectamente esta comunidad favorezca incluso a tales empresas con más desarrollo social y menos delincuencia? O declaraciones como la de la diputada Paula Labra (independiente pro RN)) quien señala que esta reforma tributaria “aumenta el poder del SII en desmedro de los contribuyentes”… ¿pero acaso no tenemos problemas de elusión y evasión tributaria que deben ser mejor fiscalizados? Ah, cierto, la polis puede verse perjudicada.
Todos celebramos los acuerdos cuando estos se producen, pero cuando ni siquiera se quiere discutir una reforma no hay posibilidad de generar acercamientos. El poder de la polis exige del progresismo estrategia y disciplina, y mientras esto no ocurra ni siquiera se dará el paso para discutir un posible acuerdo con quienes durante décadas han protegido a la polis de siempre.
Entretanto, la polis seguirá ganando lo que a esta altura ya es un clásico.
José Ignacio Cárdenas Gebauer
Abogado autor de libros como “El Jaguar Ahogándose en el Oasis” y “La Trampa de la Democracia”
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