TALCA.- Se deberá esperar por la votación Senado de la República de Chile para conocer si se aprueba, rechaza o introducen modificaciones al proyecto de Ley del Segundo Retiro del 10% del Fondo de Pensiones.
Sin embargo, desde ya, se barajan los distintos escenarios e intereses en juego.
Sobre esta iniciativa, que pasó de la Comisión Constitucional de la Cámara de Diputados a discutirse y aprobarse en el pleno de Sala con 130 de 155 votos, el investigador del Centro de Estudios y Gestión Social del Maule (CEGES-Maule), de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dr. Guillermo Riquelme, indicó que la experiencia positiva del primer retiro, en el uso de los recursos por parte de los cotizantes, redujo la posible contraargumentación sobre un daño en la economía.
“Las personas demostraron ser bastante responsables y planificaron sus gastos. De hecho, se tuvo nuevos antecedentes de que gran parte de los ciudadanos lo destinaron para pagar deudas”, comentó el economista, quien indicó que la morosidad bancaria disminuyó en agosto a niveles históricos.
Sobre las críticas generadas por imágenes que circularon en las redes sociales de la adquisición de productos que se considera no son de primera necesidad, el analista razonó que estas preciaciones son juicios de valor que no corresponden a las políticas públicas. Sin embargo, dichos recursos igualmente reactivaron el comercio, lo cual es un efecto positivo del retiro.
Más de 7 millones de personas solicitaron los fondos y dichas compras no representarían al grueso de cotizantes que aplicó al retiro del 10% de sus fondos de pensiones. “Las cifras así lo indican respecto a todo lo que se pagó en términos de cuotas atrasadas en dividendos, de préstamos bancarios y otros”.
La tasa de morosidad en dividendo (a más de 90 días), se redujo en menos de 2%, lo que en opinión de Riquelme es un hecho histórico.
Destacó que también se registró un incremento en la creación de cuentas bancarias de ahorro para adquisición de vivienda con financiamiento del Estado, lo cual genera un impacto positivo si se estima que posiblemente sean personas que a través de esta vía puedan adquirir un primer bien; este hito a su vez reactivaría el sector construcción igualmente impactado por efectos de la pandemia.
“También existe un grupo de personas que evalúan el segundo retiro como un recurso para iniciar algún emprendimiento, de hecho, otros así lo hicieron con el primero, porque uno de los legados que dejará la pandemia, lamentablemente, será el crecimiento de la informalidad laboral”, agregó.
Mirada a largo plazo
El investigador del CEGES-Maule detalló que producto del retiro del 10% de las AFP, desde ya se observa una reducción de la cuota en los fondos, lo cual incidirá posteriormente en su entabilidad.
“El mismo sistema se está viendo carcomido”, comentó.
Riquelme reitera que hay incertidumbre en el ambiente económico, sumado a que existe una población joven, posible a pensionarse en 30 años, que podrá seguir cotizando en el tiempo y muy probablemente se jubile con un sistema distinto al actual, dados futuros cambios como la misma Constitución de Chile. “Entonces, cuando se le dice que su pensión será un 20% más baja por estos retiros, el ciudadano más joven analiza que probablemente ni siquiera jubile con este sistema”.
Quienes probablemente no alcancen a sumarse a un nuevo sistema de pensión, por jubilarse dentro de 5 o 10 años, valoran de manera negativa los montos de pensión y se acogen a la Pensión Básica Solidaria, que actualmente es de $169.649. “Esa persona ya reconoce que sus fondos no son suficientes y prefiere quedarse hoy día con el dinero y hasta invertirlo en algún bien que le permita no depender a futuro del sistema de pensiones”.
Cambio del sistema
Ante comentarios de grupos de la sociedad que abogan por la desarticulación del actual sistema de pensiones, Riquelme subraya que la realidad chilena no permite migrar a un esquema de administración pública total, entre varias razones, porque se calcula que para el 2050 sólo habrá dos cotizantes por cada pensionado, lo cual impide que la población activa pueda financiar a la persona mayor que jubila.
El economista apuesta por sistemas mixtos con participación pública robusta, posibilitada con condiciones de mercado laboral favorables.
Respecto a cuáles serían los efectos sobre la estructura económica de Chile, ante un mayor debilitamiento del sistema de AFP, el investigador sostiene que $1 de cada $4 ahorrados en Chile está vinculado con dichos fondos. “El gran ahorro que ha tenido Chile, para adquirir estos mismos bonos con los cuales se financian las empresas privadas, ha sido fundamentalmente por el sistema de las AFP. Entonces el 25% del ahorro del país, es por este ahorro forzoso que luego es colocado en títulos rentables emitidos por las empresas… Lo que podría pasar es que si todo esto, en un extremo hipotético, culmina como sistema, para una administración pública con algún instrumento de renta fija, se le retirará a las empresas privadas un importante financiamiento”.
Disminuir el capital con el cual actualmente funcionan las empresas, bajo un modelo de libre mercado, impactará la actividad económica privada. “Aún no ocurre, pero si esto sigue profundizándose, claramente las empresas verán perjudicadas sus actividades”.
El problema es el mercado laboral
Bajo el análisis de Riquelme la falla radica en los bajos fondos concentrados, dados los disminuidos salarios con base en los cuales cotizan los trabajadores activos. “La AFP no es la que está dando malas pensiones. Tenemos malas pensiones porque lo que ahorramos es bajísimo… Hay que desmitificar que por la AFP tenemos malas pensiones. El tema es que cotizamos poco, porque ganamos poco. Los países desarrollados cotizan hasta el 30% sobre un salario que duplica los promedios chilenos, por tanto, los fondos son muchos mayores”.
Para el investigador un cambio o migración de sistema no significará mejores pensiones. Se necesita comprender la realidad económica profunda de Chile, para así mejorar la economía y proporcionar empleos de calidad con mayores salarios, para una mayor cotización.