A comienzos de diciembre y como ya es tradición en la gestión del proyecto, el equipo de MAUCO, iniciativa liderada por el Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS) que se empina como el primer y único estudio poblacional de Chile dedicado a indagar el desarrollo de las enfermedades crónicas en el país, realizó su cuenta pública junto a la comunidad de Molina.
Gracias a la buena evaluación de los positivos resultados y el impacto que significa en la población es que el MINSAL decidió extender en dos años su financiamiento.
Al respecto, la académica del Departamento de Ciencias Preclínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Maule (UCM), Dra. Laura Andrea Huidobro, comentó que “la inversión es tan importante que este estudio no debería terminar nunca, por lo que tenemos la oportunidad de seguir por mucho tiempo estudiando los factores de riesgo y de protección en las distintas áreas de la salud. Desde el MINSAL nos extendieron por dos años el proyecto que inicialmente terminaba el 2024”, dijo.
La entrega de resultados a la comunidad, hito llamado: “Puesta al día”, de este nuevo año de gestión de Mauco, estuvo a cargo de la investigadora principal y subdirectora de ACCDIS, Dra. Catterina Ferreccio, quien en presencia de autoridades de salud y del Hospital de Molina, presentó los principales avances logrados por el equipo multidisciplinario conformado por académicos de la Pontifica Universidad Católica de Chile, la U. de Chile, y UCM y donde también participan estudiantes de postgrado de la U. del Desarrollo, U. de la Frontera y U. de Talca.
“Durante estos nueve años, el proyecto ha estudiado cuáles son los factores de riesgo para padecer alguna de las enfermedades crónicas, por ejemplo: Factores sociales, ambientales, estilos de vida, infecciones, genética, sistema de salud. Por otro lado, también evaluamos el daño que ya puede existir en los participantes, como lo son las enfermedades del corazón y de la circulación, salud bucal, enfermedades de vesícula biliar e hígado, salud mental y deterioro cognitivo, enfermedades respiratorias, enfermedades metabólicas, renales y cáncer, entre otras”, explicó.
Y agregó: “Con este avance, nos dimos cuenta que muchas de las enfermedades crónicas tienen factores en común, por ejemplo, inflamación crónica, alteraciones metabólicas, pérdida de masa muscular y aumento de grasa en el hígado. Por esta razón, el año pasado iniciamos un proyecto piloto, llamado MAUCO+ donde buscamos prevenir el daño hepático o disminuir el daño si es que ya existe acumulación de grasa o algún grado de fibrosis, y estudiar los efectos de esta intervención en los factores de riesgo cardiovascular. La intervención involucra cambios en la dieta, actividad física y buenos hábitos de sueño”, complementó la Dra. Catterina.
Entre las novedades del último periodo, la doctora Huidobro destacó el inicio del trabajo junto al Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) con base en Atlanta, Estados Unidos y la incorporación del primer estudio de intervención en la cohorte.
“En plena pandemia nos contactaron desde el CDC, interesados por las buenas condiciones para realizar trabajo en terreno con la comunidad, lo que genera un ambiente propicio para hacer estudios a largo plazo. A partir de un centro centinela ya desarrollado en MAUCO desde el inicio de la pandemia, se realizó el único estudio de seguimiento de vacunas COVID en Latinoamérica y en base a estos datos se dio forma a la normativa que está vigente en Chile en relación a la necesidad de la cuarta dosis y ahora los refuerzos. Demostramos que la vacuna si bien no protege de la enfermedad, sí protege de manera muy importante que la enfermedad se exprese en sus formas más grave que pueden significar hospitalización y muerte, esto es muy contundente y por eso se sigue con este esquema”, dijo la doctora Huidobro.
Además, hizo hincapié en que se incorporó el primer estudio de intervención en la corte. “Ya no se estudia el curso natural de la salud de las personas y los factores de riesgo, sino que estamos viendo cómo intervenir y cambiar la historia natural de enfermedad”, comentó.
Fue así como el 2021 partió el estudio que asistió de manera personalizada a los pacientes para saber cómo pueden mejorar su alimentación, la incorporación de ejercicios grupales y telemáticos mediante una aplicación móvil con el apoyo de profesores de educación física y además se educa sobre el sueño, que es el momento en que se producen todos los procesos reparativos y permite además facilitar la pérdida de peso en aquellos que lo requieren.
“Este estudio lleva un año y presentamos los primeros resultados preliminares. Ojalá que dé pie a nuevas intervenciones”, sostuvo.
“Vemos que la comunidad quedó muy contenta y ahora debemos de a poco ser capaces de impulsar políticas públicas e involucrar, a los municipios para que participen activamente. Los resultados son muy impresionantes, incluso los médicos que tratan a estas personas estaban realmente contentos por la mejora de salud, por ejemplo, en personas que al mejorar su calidad de vida han disminuido su necesidad de insulina al bajar de peso”, Añadió Huidobro.
Llamado a investigar
Una de las fortalezas del proyecto MAUCO es la base de datos de información en salud que ha logrado recopilar sobre 10 mil personas de Molina desde el 2014 a la fecha, lo que representa un polo interesante para investigadores tan diversos que van desde la medicina, psicología, sociología y veterinarios por tema de salud ambiental, entre otros.
“Tenemos base de 10 mil personas, con biobanco con saliva, orina, suero, placa leucocitaria, plasma de todas estas personas, todo eso al inicio del estudio cuando ingresan los participantes. A alguien le podría interesar investigar sobre si algún factor de inflamación se relaciona con cierto tipo de enfermedad y podría consultar en este plasma los factores de riesgo en estudio y analizar si hay diferencia entre las personas que desarrollaron la enfermedad de interés y quiénes no a lo largo del seguimiento. Uno puede atribuir temporalidad, es decir, el factor estaba antes de que se desarrollara la enfermedad, lo que los estudios transversales en que se mide enfermedad y factor de riesgo al mismo tiempo) no pueden hacer, y no se puede diferenciar si el factor de riesgo fue consecuencia de la enfermedad y no su causa. Por esto, estos estudios longitudinales o de seguimiento, permiten proponer causalidad. Sin embargo, las muestras biológicas no son tan fáciles de acceder, esta información es oro en el sentido que pueden servir eternamente y son un bien limitado. Por eso existe un comité que decide qué investigaciones pueden acceder a estas muestras en base a si se trata de una pregunta interesante, que requiera un estudio longitudinal para ser respondida y ojalá que mida varios factores de riesgo al mismo tiempo, entre otras consideraciones”, explicó la académica de la UCM.
A la fecha, la información recopilada cuenta con pruebas cognitivas, pruebas de depresión, conteo de piezas dentales, antropometría, glicemia, lípidos, insulina y otros análisis bioquímicos, tanto basales como de seguimiento. “También preguntamos sobre enfermedades, antecedentes familiares, medicamentos que toman, factores de riesgo y otras líneas como medición de contaminantes en agua, en tierra y en suelo”, señaló.
Y es que los investigadores siguen con la tarea de establecer qué factores son los que ocasionan que ciertas enfermedades, en el Maule, se disparen respecto de otras regiones, como por ejemplo el cáncer gástrico.
“Algo debe explicar por qué la región del Maule tiene las más altas cifras de cáncer del país, puede ser la interacción entre genética y agroquímicos, algo en el agua, los hábitos de alimentación como muchos asados o el uso de sal de mar que tiene muchos contaminantes. Hasta el momento en agroquímicos no hemos encontrado nada muy en particular, pero seguimos en eso. En el agua hemos buscado metales pesados y no hemos encontrado cifras por sobre la norma chilena, entonces hemos ido descartando más que encontrar algo”, finalizó.