Los altos precios de la bencina han convertido este gasto en uno de los más pesados dentro del presupuesto del hogar. Cuando vamos a rellenar nuestro estanque, vemos que en los servicentros nos ofrecen gasolinas de tres valores diferentes: uno más bajo para la de 93 octanos, el de la de 95 y finalmente, el más caro, para la de 97. Entonces nos cuestionamos: ¿Qué pasa si me cambio a la de 93? Ahorraría algo de dinero, pero ¿Y si descompongo mi auto al hacerlo?
Bueno, la respuesta a esta interrogante no es trivial, pero partamos por entender qué indica ese número. El octanaje es la capacidad que tiene la gasolina de ser comprimida sin detonar o, dicho de otra forma, encenderse por sí sola. La gasolina dentro del motor debe encenderse solo con la chispa que produce la bujía y no antes, porque esto haría que el motor de su auto funcione mal, consuma más combustible y se desgaste de más.
Dependiendo del modelo de su vehículo la compresión con la que fue diseñado el motor varía, pero no es descabellado decir que mientras más pequeño, trabaja con mayor compresión. Como saben, en general los motores pequeños (autos compactos y motos) consumen menos combustible, por lo que es muy probable que si el fabricante le sugiere gasolina de mayor octanaje, por ejemplo, de 97, y usted de un día para otro comienza a usar gasolina 93, el motor empiece a trabajar mal y el rendimiento baje más de lo que ahorra en cada carga. Dicho de otro modo, llenará el estanque con menos dinero, pero tendrá que ir más seguido a hacerlo.
Por otro lado, si su vehículo tiene un motor mediano a grande (por sobre los 1.500 centímetros cúbicos), es muy probable que pueda cambiarse sin problemas a la gasolina de 93 octanos. La sugerencia siempre es que revise el manual de su vehículo, en él se indica la gasolina más adecuada para su motor, y si dice que funciona bien con 93 octanos o menos, cámbiese sin miedo.
Gabriel Alkalay
Académico de la Escuela de Ingeniería
Universidad de Las Américas