Tras más de dos años de uso obligatorio de mascarillas en Chile, a partir del 1 de octubre el cambio en las restricciones sanitarias se observará también en los establecimientos educacionales. Es así como, los profesores y estudiantes volverán a verse las caras descubiertas, un aspecto que los especialistas en educación señalan como positivo, considerando que con esto se mejora la enseñanza en las aulas.
“Claramente, el logro de los aprendizajes requiere, por un lado, una interacción social y emocional entre los pares y con los profesores. Por lo tanto, el fin de la mascarilla viene a mejorar el desarrollo cognitivo de los estudiantes en la parte social y emocional”, explicó Nibaldo Benavides, doctor en Educación y director del Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional (IIDE) de la Universidad de Talca.
De acuerdo con el especialista, este cambio permitirá potenciar la comunicación no verbal, de gran relevancia para el vínculo socioemocional que se ha visto dificultado al requerir cubrirse gran parte del rostro. “Es imposible ver detrás de una mascarilla los gestos de un estudiante que se encuentra triste, asustado o alegre. Por lo que la eliminación de este elemento vuelve a potenciar ese lenguaje que estaba disminuido”, aseguró.
Además, beneficiará a los profesores, para quienes las mascarillas significaron un gran desgaste, al tener que incrementar el volumen de voz para contrarrestar esta barrera, y en material emocional tener que transmitir correctamente las expresiones no verbales, sin poder utilizar completamente su rostro.
Se espera que el cambio permita mejorar el desarrollo de las relaciones educativas, teniendo un efecto positivo en la adquisición de los conocimientos académicos. “Este es un componente más para ayudar a disminuir las brechas de los aprendizajes que se perdieron, sin embargo, se necesita mucho más”, aseguró el especialista, quien recalcó que el proceso de recuperación será de largo aliento.
Efectos psicológicos
Junto con estos aspectos positivos, también se pueden generar algunos casos complejos, desde la perspectiva psicológica. Uno de los problemas que se pueden producir se denomina Síndrome de la Cara Vacía, que consiste en la sensación de inseguridad que se genera en una persona cuando se quita la mascarilla frente a otras personas.
La psicóloga del Programa PACE de la Universidad de Talca, Clara Lorca, explicó que se trata de un síndrome relacionado al miedo a presentarse frente a los demás y una posible fobia a contagiarse de Coronavirus. “Está asociado con una sintomatología ansiosa, que afecta en mayor medida a los adolescentes, que por encontrarse en una etapa de crecimiento personal, físico y de desarrollo de la identidad, tienden a sentirse más inseguros al momento de mostrarse a los demás. Sin embargo, eso no excluye a que los adultos también puedan sufrirlo”, sostuvo.
El prolongado uso de la mascarilla y la disminución de las habilidades sociales durante la pandemia generó que los jóvenes perciban al cubrebocas como una barrera protectora no solo del virus, sino también de las críticas y del rechazo por su aspecto físico, detalló la profesional.
Esta situación se suma a que en esta etapa se realiza el proceso de formar su identidad y de aceptación de sus cambios físicos. “Es normal que tengan temor a defraudar a los demás, el problema es cuando ese miedo se transforma en una fobia. Eso es lo que debemos evitar”, precisó Lorca.
Manejo de los miedos
Para enfrentar esta situación, la psicóloga resaltó que es necesario que los apoderados, docentes y familiares puedan tomarse el tiempo para escuchar a los jóvenes, validar su temor y entablar una conversación que les permita conocer cuál es el miedo real a quitarse la mascarilla, para poder dilucidar si se trata del Síndrome de la Cara Vacía.
Por su parte, el psicólogo del Programa PACE de la UTalca, Felipe Figueroa, recomendó a los estudiantes que la exposición sin mascarilla sea gradual para evitar episodios de ansiedad, recurriendo a su uso cuando se sientan desprotegidos.
“Se debe trabajar para romper la idea que existe de mascarilla-seguridad, para ello es necesario que el adolescente vaya de a poco afrontando situaciones sencillas, como salir a pasear en algún parque o plaza. Pero si este proceso no funciona y por el contrario aumenta la ansiedad al quitarse este accesorio, afectando las rutinas diarias, se debe solicitar ayuda psicológica”, resaltó.