El arte en el Maule adquiere diversas formas que buscan representar el pasado y el presente de las personas que habitan este territorio. Esta nueva entrega de la campaña de empatía regional Prefiero el Maule y el portal web El Maule Informa trae las historias de dos artistas que cada uno a su manera contribuye e rescatar el alma de los habitantes de nuestra región.
Cecilia Ramírez cuenta que Bervellón es un espacio de creación. “Trabajo y hago esculturas con vellón, lana de oveja que todavía no está hilada. Nació entre el estallido social y la pandemia. Necesitaba hacer algo que llenara mi corazón, que me diera alegría y tuviera también una retribución económica. Se lo pedí al tatita Dios y al universo y así llegó el vellón a mis manos y cuando empieza la pandemia quedamos encerrados pero se abrió un mundo”.
Ello, porque todas las profesoras que hacían cursos presenciales de vellón se modernizaron y se ajustaron a hacer cursos virtuales. “Las barreras de conocimiento se abrieron y pudimos optar a cursos que nunca podríamos haber hecho. Tengo profesoras del sur, del norte, del extranjero”.
Sus trabajos “nacen de una foto de mis clientes, por lo que mis diseños son súper personalizados con las características de esa persona. Cada trabajo es dedicado a la persona que lo encarga. Es super mágico porque el vellón es una terapia increíble que te hacer entrar en un campo de creación donde tu mente se vuela y se olvida de las creencias limitantes que todos tenemos”.
Agrega que “es sanador y nos hacer crecer. Deja que el alma hable a través de nuestras manos. Para mi tiene un profundo sentido. La retribución económica, si bien es importante, va más allá porque para mí el pago más importante es la emoción que tú ves cuando entregas un trabajo”.
Cecilia explica que pertenece a un grupo de doce mujeres que van desde México a la Patagonia y organizan “Maratones de mujeres mágicas”. “Somos un grupo de vellón, pero con el tiempo se fueron sumando personas que hacen terapias en el lado más holístico. Hasta ahora hemos hecho dos maratones online que duran dos días. Hemos podido ver la emoción de las participantes que se sienten acogidas y superan sus limitaciones a través del vellón. Por ejemplo, un taller consistía en hacernos en esculturas de vellón los regalos que nos gustaría haber tenido cuando niñas. Eso es muy bonito y sanador. Es una terapia muy linda”.
Con los poco más de dos años “he sido capaz de irme superando en mis trabajos. En cada uno está la esencia espiritual de cada participante. Ningún trabajo es igual porque es el alma la está hablando a través de las manos de cada uno”.
Este arte que practica “me ha ayudado muchísimo en sanar y superarme, en sentir que uno es capaz de hacer y lograr cosas. Bervellón no es un emprendimiento, sino que es un espacio de creación que nos permite crear, sanar y crecer”.
Uno de sus proyectos favoritos tiene que ver con estas “Maratones de las Mujeres Mágicas”, donde por un bajo costo hay acceso a 20 talleres de dos horas cada uno. “Ese es nuestro gran proyecto que no solamente tiene talleres de arte sino que también de terapia. El 1 de octubre teneos una mini maratón del miedo, porque está dedicada al Día de los muertos y a Halloween. A mí me tocó hacer una vampirita en vellón ya que la idea es que las personas puedan aprender a hacerla, incorporarla a su taller y venderlas para tener una retribución. Pero también habrá un taller holístico para tratar el tema de los miedos a la muerte y la ansiedad que provoca. Habrá ejercicios de respiración y van a enseñar a hacer la botellita del miedo, de la ansiedad. Va a ser gratuito para las que quieran participar. Solo se tienen que incluir en el grupo de Facebook que es Mini maratón mujeres mágicas”.
El nombre nació porque “me gusta mucho el color bermellón que es el rojo y en esto de juntar la textura con el color nace este concepto de Bervellón. Además, en un sentido más profundo bermellón es un ave oriental que es como el ave fénix que protege el sur y el fuego, y yo soy del sur y mi signo es leo, por lo tanto soy fuego. O sea, esto soy”.
Concluye que está “feliz de abrir esta ventana para visibilizar este arte que es tan lindo, tan mágico y sanador que no muchos conocen y que hace tan bien para el alma”.
Instagram: @bervellon
Rescatar un oficio convertido en profesión
Sergio Herrera Calquín trabaja tallando madera que rescata escenas de antiguas faenas campesinas. “Viene de mi abuelo Armando quien viajó de Coquimbo a un caserío cerca de Iloca. El trabajaba lo que eran los utensilios rudimentarios del campo. Luego mi padre prosiguió con ese oficio fabricando arados, yugos, manseras, artesas que son también parte de los elementos que nosotros fabricamos hoy rescatando las tradiciones campesinas. También se dedicó a las sillas de batro cuando se trasladó a trabajar como mediero a un fundo de Lora”.
Agrega que “nosotros éramos chicos y veíamos a mi padre como trabajaba horas extras, lo que le servía para juntar más dinero porque tenía una familia numerosa ya que éramos 7 hermanos”.
Después de eso “nos tocó el estudio y partí con una pequeña cortaplumas haciendo horcajas para las ondas. Vinieron después los canastillos para hacer trampas para pájaros. Luego entró a trabajar en las forestales y en los ratos de ocio empezó a tallar. Y a la gente le gustó lo que hacía y lo comenzó a pedir. “Y al final tuve que reconvertir mi trabajo que eran las faenas campesinas en artesanía porque era una necesidad de la gente. Ahí me vine al lago Vichuquén donde empezaron a aparecer diversos tipos de trabajo en madera y fue creciendo hasta llegar a fabricar para rescatar un oficio convertido en profesión y llegué a fabricar retablos y esculturas en madera con escenas y faenas campesinas que habían quedado en mi retira, en mi mente”.
Así, tomaron vida personajes como el gañán campesino y los utensilios que se empleaban antaño como el arado, el yugo, la picana, la batea o el plato mapuche picunche maulino.
Recuerda que un día apareció en su taller el empresario Gilberto Correa quien le pidió trabajar en su restaurante Donde Gilberto en Duao en que hizo muebles con troncos y esculturas de grandes dimensiones que le abrieron nuevas perspectivas.
Por otra parte, ahora el taller derivó en otra área que es el rescate del souvenir con herencia incaica y mapuche que apunta a elaborar recuerdos para los turistas que llegan a la zona y que quieren tener alguna pieza típica.
Cuenta que la pandemia “nos perjudicó un poco porque tenía a dos personas que trabajaban conmigo y ahora estoy solo y creo que así voy a seguir hacia adelante”, pero está orgullosos porque “logré consolidar la marca Taller del Toño en la costa curicana, lejos de los caminos principales”.
Explica que “el artesano nunca espera nada a cambio; es un oficio que es mi hobby, pero también me pagan por ello, lo que es mejor todavía. No podría no vivir de la madera. Muchas cosas el artesano las sueña en la noche y al otro día las desarrolla. No sabría explicarlo, pero hay una energía que está funcionando”.
Apunta que “para una persona del secano costero, hijo de un campesino, es importante tener las oportunidades entregan el gobierno, las universidades y otras entidades. Pero no tiene que ver con esperar algo a cambio. Lo que habla del Toño artesano son las obras, es esa carreta tallada en una sola pieza de madera, o el viejo segando el trigo en chalailas. Todos tenemos de una u otra forma raíces en el campo. Y eso es lo que quiero preservar”.
Instagran: @tallerdeltono