A estas alturas, existe consenso acerca de que la verdad es la primera víctima en una guerra.
Lo afirmó en 1917 el senador norteamericano Hiram Johnson. Años más tarde, en la segunda guerra mundial, Winston Churchill fue más exigente: “En tiempos de guerra, la verdad es tan preciosa que debería ser protegida de las mentiras por un guardaespaldas”.
Nunca, sin embargo, la desinformación fue tan sistemáticamente utilizada como ahora, en la “operación especial” que Rusia desató contra Ucrania.
Un reciente reportaje de The New York Times mostró diversas noticias falsas (fake news) difundidas en Rusia en los últimos meses. Otros medios, en Europa y en América Latina han hecho parecidos esfuerzos por sacar a luz las distorsiones y mentiras de la prensa rusa, controlada por el gobierno. Aparte, como era inevitable, las redes sociales han entrado de lleno en esta batalla.
La agencia Euronews informó que “el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano ha desmentido todas las informaciones rusas sobre ataques, bombardeos y acciones de sabotaje por parte de las tropas ucranianas. “Rusia debe dejar de producir historias”, concluyó Dmytro Kuleba.
Las falsas acusaciones rusas no han cesado: Vladimir Putin afirmó hace unos días que Ucrania estaba cometiendo un genocidio con los habitantes del Donbás, territorio que el Kremlin dice defender. Las autoridades prorrusas afirmaron que Ucrania estaba preparando una ofensiva a gran escala. Decenas de miles de personas ya han sido trasladadas a territorio ruso.
Al comienzo mismo de la invasión, la cadena NBC dio cuenta de que Facebook y Twitter habían eliminado dos “operaciones de influencia encubierta” contra Ucrania, una vinculada a Rusia y otra con conexiones a Bielorrusia, según ambas empresas.
Una de las operaciones, una campaña de propaganda que presentaba un sitio web que promocionaba puntos de conversación anti-Ucrania, era una rama de una conocida operación rusa de desinformación. Un portavoz de Facebook dijo que usaba rostros generados por computador para reforzar la credibilidad de los columnistas falsos en varias plataformas, incluida Instagram. La otra campaña usó cuentas pirateadas para impulsar una similar propaganda anti-Ucrania y estaba vinculada a un conocido grupo de piratería bielorruso.
Con todo, el Presidente Putin se ha mostrado vacilante tras los fracasos de la ofensiva contra Ucrania. Así vieron los observadores su discurso del Día de la Victoria. Esperaban el anuncio de una intensificación de la guerra. Pero su mensaje tuvo un tono sorprendentemente moderado.
Según The New York Times, no hubo ninguna proclamación de victoria ni de “misión cumplida”, ni tampoco la promesa de que la lucha en Ucrania terminaría pronto. Pero tampoco hubo llamamientos a nuevos sacrificios o a la movilización, ni amenazas de ataque nuclear, ni pronunciamientos tajantes sobre la guerra existencial de Rusia con Occidente.
En apariencia, Putin, que aparece afectado por una enfermedad no confirmada, está perdiendo el ímpetu inicial. Y la campaña de desinformación no ha logrado convencer a la mayoría de los rusos de que la guerra se justifica. Pese a algunos exaltados, la guerra es poco popular.
Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo