“No somos ni de derecha ni de izquierda queremos trabajar por Chile para terminar con los abusos” fue el lema utilizado por Franco Parisi con el que conquistó algunas regiones de Chile, especialmente las del norte grande de nuestro país obteniendo un 28,65%, 27,36% y 33,96% en Arica, Tarapacá y Antofagasta, respectivamente.
Sin embargo, ¿por qué este discurso caló especialmente fuerte en las zonas nortinas?
Las respuestas del hastío por los abusos fueron parte de las causas de nuestro estallido social, pero este solo hecho no explica la diferencia regional entre el norte de Chile versus el centro y sur del país, considerando que el centro, origen del estallido social, se inclinó por Boric (31,12% por sobre el 24,47% que obtuvo Kast), y el sur por la derecha donde Kast, que con sus ideas de orden triunfó en zonas afectadas por la violencia, logrando sobre un 30%. El reclamo a los abusos para el 18 de octubre de 2019 fue una protesta transversal de todas las regiones, sin embargo, en esta última elección, al norte hay que sumarle dos razones más que estremecen solo al mencionarlas: el olvido y abandono.
El Estado representado por la clase política no ha logrado dar respuesta al sin número de campamentos que durante años han ocupado vastas zonas de las periferias urbanas nortinas extendiéndose incluso a terrenos desérticos a lo largo de las carreteras interregionales. Sin agua ni condiciones mínimas de subsistencia digna, los campamentos crecen día a día ante la indiferencia de las autoridades, la clase política y finalmente el Estado.
El agua, un recurso hídrico esencial para la existencia humana, no ha existido nunca para las caletas de pescadores, pero sí para las empresas mineras, las cuales además se llevan las riquezas a otras regiones, dejando sus miserias en el norte.
Según estudio de la Corporación Nacional del cáncer (Conac), el norte lidera el ranking con 3,2 casos mortales por cada cien mil habitantes con más cáncer a la piel. También son los primeros, especialmente en Antofagasta, en cánceres al pulmón, próstata y estómago asociados a factores ambientales, como, por ejemplo, la exposición al arsénico, muy presente en los yacimientos mineros.
Activistas y ONGs identifican en el norte las zonas de sacrificio como Mejillones transformada depositaria de los desechos al mar del carbón utilizado para la generación de electricidad; Tocopilla con termoeléctrica y minería; y Huasco, con una planta de pellets y más termoeléctricas. Estudios del Departamento de Salud Pública de la Universidad Católica determinó que en Huasco el riesgo de morir por una enfermedad cerebrovascular es 281% mayor que en el resto del país, y en Tocopilla el de muerte por tumores en la tráquea, bronquios y pulmón es 172% más elevado.
En fin, nuestro modelo económico ha privilegiado en el norte un crecimiento enfocado en el desarrollo empresarial por encima del desarrollo humano, donde la respuesta del Estado ha sido simplemente dejar que las empresas generan empleo sin asumir la responsabilidad social que le cabe en derechos básicos que el solo empleo es incapaz de cubrir. Tal indolencia del Estado, y la clase política que lo dirige, solo acrecienta la distancia de quienes ven de lejos tal desarrollo macroeconómico al punto de considerarse parte de un país olvidado, dentro de otro poderoso y visible.
En suma, creamos como país un desarrollo material centralizado y mal repartido en nuestra capital, condenando a la postergación y desarraigo, incluso al olvido, a una gran mayoría de chilenos cuya promesa por parte del Estado fue “si usted trabaja, podrá acceder a estos beneficios”, pero omitiendo que para alcanzar y gozar de estos era necesario un piso digno, aquel que este Estado, con su labor secundaria y asistencialista no estuvo ni está en condiciones de otorgar.
De ahí a votar por alguien que no representaba ni a la izquierda ni a la derecha que durante años dirigieron a este Estado ausente, había un solo paso.
José Ignacio Cardenas Gebauer
Abogado autor del libro “El Jaguar Ahogándose en el Oasis”
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