“Estamos en un momento con una muy alta probabilidad de Niña”, sostuvo el investigador en agroclimatología de INIA Quilamapu, Raúl Orrego, tras analizar el comportamiento de las corrientes oceánicas que determinan la presencia del fenómeno climático.
El especialista, explicó que si el agua en la zona del anticiclón del Pacífico está más fría de lo normal, y este enfriamiento permanece por varios meses, es posible aventurar la presencia de la Niña. “Llevamos dos meses en que la zona está más fría de lo normal, y tanto los modelos (de predicción) como las mediciones en la zona, indican que debiera mantenerse esa condición fría por los próximos meses, lo que nos da una gran certeza de que estaríamos en una condición Niña”, indicó Orrego.
Sin embargo, el también ingeniero y doctor en recursos naturales, recalcó que esta vez el evento de la Niña será breve, “debiera durar hasta enero o febrero del próximo año”.
Agregó que se presentará un evento débil, lo que también quiere decir que la disminución de la temperatura del mar no será mucha, aunque lo suficiente para ser calificada como Niña.
El científico aclaró que el fenómeno de La Niña es un enfriamiento del agua que fortalece el Anticiclón del Pacífico ubicado frente a nuestras costas y, como consecuencia, dificulta el paso de los frentes de precipitaciones, lo que implica una disminución de lluvias en la zona central de Chile. Contrariamente, el Niño es una gran masa de agua cálida que se mueve desde el norte de Australia hasta nuestras costas, debilitando el Anticiclón del Pacífico, lo que facilita las lluvias en la zona central. Ambos fenómenos forman parte de uno superior denominado ENOS (El Niño-Oscilación del Sur) que tiene que ver con la relación entre el clima y el océano.
Verano caluroso
La presencia de la Niña no hará variar sustancialmente las características climáticas de los últimos años en el centro del país, manteniéndose la falta de precipitaciones y las altas temperaturas, indicó el investigador de INIA Quilamapu.
“En general, la Niña se asocia a menos lluvias en la zona central, menores temperaturas en la costa y, eventualmente, eventos de mucho calor en el interior”, indicó.
Sin embargo, advirtió que se debe de tener cuidado al hacer pronósticos basados solo en la sucesión de los fenómenos del Niño y la Niña, ya que estos han perdido importancia en los últimos años. “Deben contrastarse con otros pronósticos de temporada más integradores, como el que hace la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), que para esta temporada son coincidentes”. Orrego explica que esta coincidencia abre una gran posibilidad de que la estación sea seca, con directa incidencia en la agricultura, especialmente en el caso de los frutales. “Se espera que haya falta de agua y que en el caso de los frutales de las zonas del interior, aumente la probabilidad de golpes de sol, una aceleración de la maduración y un incremento en el riesgo de enfermedades, en especial cuando la temperatura supere los 30 °C, ya que el sistema inmune de las plantas pierde efectividad cuando se alcanzan estas temperaturas”, enfatizó.
Ante esta situación, el especialista en agroclimatología indicó que agricultoras y agricultores deben ser muy cuidadosos en el uso del agua y buscar alternativas para controlar las altas temperaturas, para lo cual, de ser posible, se debiera recurrir a cubiertas para sombrear y mantener a resguardo la vegetación entre las hileras. Finalmente, destacó la necesidad de la observación diaria de los cultivos, ya que “es muy bueno confiar menos en el calendario y más en lo que se ve en el campo para decidir los manejos adecuados”.
Según aseveró el investigador de INIA, los fenómenos del Niño y la Niña son eventos que normalmente duran algunos meses, por lo que la situación que iniciamos es temporal. Sin embargo, resaltó que “estamos en medio de un cambio climático que nos está modificando las reglas del juego y estos eventos nos anticipan algunos de los problemas que serán más frecuentes, por lo que nos sirven como un buen laboratorio para ir anticipándonos a los desafíos