“Menos es más”, es una cita que se atribuye al arquitecto Mies Van der Rohe, originalmente referida a la arquitectura, pero que hoy en día se usa comúnmente en el mundo de las artes y el diseño. Frase que se ha transformado en uno de los lemas del movimiento artístico conocido como minimalismo y que, por estos días, bien podría convertirse en un lema para las escuelas que comienzan con sus procesos de reapertura y trabajo híbrido.
Para las organizaciones escolares que recién comienzan a recibir presencialmente a sus estudiantes (o al menos un porcentaje de ellos) se vienen días extremadamente demandantes. ¿Estamos invitando a reconsiderar este proceso? Por supuesto que no. Muy por el contrario. No hay tiempo que perder.
Pero más vale estar preparados, y esta columna busca contribuir en esa dirección.
Cuando las escuelas reabren sus puertas, es normal y esperable que sus equipos experimenten altos grados de tensión y ansiedad. Básicamente, porque llevan meses planificando, interpretando protocolos sanitarios y poniéndose en los posibles escenarios, para que todo salga perfecto. El encuentro de la realidad con lo planificado en el papel es, en la mayoría de los casos, un ejercicio dramático. El cual muchas veces nos vuelve a comprobar algo que siempre supimos: no se puede controlar todo.
En la búsqueda por al menos minimizar los obstáculos y complicaciones que seguramente enfrentarán las escuelas y colegios durante el retorno, es común que las organizaciones escolares exageren muchas de las medidas que se implementarán en su interior para enfrentar el desafío de las clases híbridas y atención presencial de estudiantes. De esta forma, se han preocupado por diseñar distintas estrategias y adquirir un sinfín de elementos que se ofrecen como la panacea y única solución plausible por estos días. No obstante, muchas veces este exceso de medidas termina siendo más un estorbo que un aporte debido a su intrascendente efecto tanto en la seguridad como en la gestión de los aprendizajes.
La idea de aplicar este concepto minimalista en las escuelas tiene que ver con mantener el foco en lo realmente importante: la recuperación de aprendizajes y estado socioemocional de la comunidad, en un ambiente seguro.
No se trata de llenarse de cosas (y no hablo sólo de costosos separadores de acrílicos o pantallas touch de última generación). En tiempos de pandemia y, sobre todo, durante los procesos de reapertura, no se trata de trabajar más. Se trata de trabajar con el foco muy claro en lo imprescindible y lo que realmente se requiere con urgencia. Porque lo que más van a necesitar los profesores y sus estudiantes durante el regreso presencial e implementación de modelos híbridos en la escuela, es que la información, medidas, protocolos e insumos tanto tecnológicos como lo que guardan relación con la seguridad y medidas preventivas, sean claros y efectivos.
De nada sirve contar con llamativos dispositivos en las salas de clase para realizar las transmisiones de clases híbridas, si los estudiantes no saben cómo conectarse con facilidad o si para los profesores termina transformándose en una carga insostenible. Del mismo modo, no es muy útil contar con intrincados procesos de distanciamiento en salas y otros espacios de la escuela, si al final nos damos cuenta que, durante los recreos, los alumnos tienden a reunirse de todas maneras. Tampoco sirve llenarse de sofisticadas plataformas de evaluación y monitoreo, si la información recogida no se utiliza para hacer frente a la disparidad de aprendizajes de los estudiantes, por ejemplo.
La frase “menos es más” en las escuelas tiene que ver con hacerse preguntas simples de manera frecuente y que sean significativas. Cuestionamientos que permitan evaluar lo que hacemos de manera constante, sin miedo a corregir o cambiar nuestro rumbo y decisiones que -alguna vez- pudieron hacernos más sentido que ahora. Porque aferrarse a las propias ideas de manera tozuda en tiempos de pandemia puede ser un muy mal negocio.
Mientras ello no ocurra, el proceso de reapertura para las escuelas y colegios seguirá siendo un eterno dolor de cabeza, lleno de agobio, confusión y, lo que es peor, expuesto a una común trampa: creer que por llenarnos de cosas nuestros alumnos aprenderán más y estarán más seguros.
Menos es casi siempre más.