El Obispo de Talca, monseñor Galo Fernández, hizo un ferviente llamado a la unidad y al diálogo en la tradicional celebración del Te Deum este 18 de septiembre. La liturgia se realizó de forma presencial, marcada por las buenas cifras en la disminución de los contagios en la pandemia.
Al encuentro asistieron diversas autoridades presididas por el Delegado Presidencial.
Un especial saludo y recuerdo hizo el pastor diocesano por quienes han sido víctimas del Covid-19, en especial a quienes han fallecidos y a sus familiares que no los han podido despedir de manera adecuada.
El obispo rindió homenaje a quienes han cumplido un rol esencial en esta crisis: a los trabajadores de la salud, a quienes se han preocupado que a nadie le falte la comida, a los profesores que asumieron el desafío de las clases online, a las familias que han permanecido en sus hogares, a las fuerzas de orden y seguridad, funcionarios públicos, etc.
La pandemia “ha dejado al descubierto lo vulnerables que somos, pero también lo mucho que dependemos unos de otros (…) en ella hemos aprendido que todos y todas son importantes, tanto por lo que dan por lo que requieren. Y por ello, en este aniversario afirmamos con convicción que Chile somos todos quienes habitamos en esta tierra”, afirmó el obispo de Talca.
Nuestros desafíos
Acerca de los desafíos que tenemos como el país se refirió a la crisis social y político que ha desembocado en el actual proceso constituyente: “El diálogo constructivo es un camino fundamental. Como lo ha señalado el Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti es un pilar de la amistad social: ‘Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva’ (FT 198). Para ello es preciso superar la tendencia a estar más preocupados de descalificar y destruir al adversario que de comprender el espacio de verdad y el modo de integrarlo con la propia visión”.
Un segundo desafío es que todos y todas importan: “Todos están revestidos con la dignidad de hijos de Dios”: pueblos originarios, campesinos, trabajadores y sobre todo migrantes “que hoy han llegado y siguen llegando a esta tierra con un mismo sueño, encontrar un lugar donde vivir en paz”.
“Hablar de Patria también es hablar del cuidado de la casa común”, expresó Mons. Fernández, “cada día se nos hacen más evidentes las consecuencias del uso abusivo de sus recursos. En particular el cambio climático, que se expresa en la sequía que enfrentamos y que afecta especialmente a los más vulnerables”.
Por último, el obispo recalcó que la parábola del Buen Samaritano nos hace un llamado como chilenos: “La importancia de ubicarse en el lugar de los últimos y la fuerza de la compasión. Esta última que brota de la cercanía con el que sufre y se vuelve una fuerza todavía más efectiva que la sola indignación ante la injusticia porque no está centrada en condenar al culpable sino en restablecer la justicia y la dignidad para el hombre herido y humillado”.