Según el reciente informe publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, hoy se hace urgente tener un esfuerzo coordinado, sostenible y concreto para abordar consecuencias que parecieran ser irreversibles y cambios sin precedentes en ecosistemas terrestres, marinos y el sistema climático en su conjunto.
Bajo este contexto, una preocupación relevante es el calentamiento acelerado. “El informe ofrece nuevas estimaciones sobre como los sistemas humanos hemos sido responsables de un calentamiento de aproximadamente 1,1 °C grados Celsius y de no intervenir de manera rápida, sostenible e inmediata en una reducción significante en la emisión de gases de efecto invernadero, nada obstaculizará sobrepasar el nivel de calentamiento global cerca de 1,5°C e incluso 2°C”, explica Mauricio Hernández, académico investigador de la Facultad de Ingeniería y Negocios de UDLA, experto en fenómenos vinculados a la regeneración de ecosistemas.
El profesional señala que “los sistemas humanos han sido capaces de alterar dinámicas y funciones claves de los ecosistemas, como la composición de especies, la fragmentación de hábitats, el flujo de energía y el ciclo químico. Es así como las formas industrializadas de agricultura, los patrones excesivos de producción/consumo y la resistente dependencia hacia combustibles fósiles, dejan en manifiesto a los sistemas humanos como principales responsables de una liberación industrial arbitraria de dióxido de carbono, y como la amenaza número uno para la biodiversidad del sistema terrestre”.
Para generar soluciones concretas que permitan atacar el fenómeno climático que hoy enfrenta la humanidad, Mauricio Hernández enfatiza en las siguientes medidas:
Esfuerzo coordinado: aquellas naciones que subyacen el Acuerdo de París deberán actualizar sus contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), explicando cómo pretenden comprometerse con una reducción de emisiones y generar resiliencia climática para los próximos años.
Mas allá de la sostenibilidad: los objetivos sostenibles por sí solos no son suficientes para alcanzar la carbono neutralidad. El compromiso entre las naciones y sus empresas deberá ser más drástico, y no apuntar solamente a mantener condiciones de sustentabilidad de impacto cero.
Hacernos cargo: es urgente abordar la neutralidad en carbono, la transición hacia energías como el hidrogeno verde, la energía nuclear, la migración climática producto la degradación y/o destrucción de ecosistemas y la restauración y protección de estos para garantizar la prosperidad y florecimiento de la vida.
Modificar la visión antropocéntrica: no solo debiésemos adoptar una postura más tajante sobre una economía descarbonizada para detener el aumento de temperatura de la tierra, sino intentar modificar la compresión antropocentrista que la subyace, ya que dicha concepción está modificando drásticamente la dinámica, variabilidad y complejidad de los ecosistemas.
El Decenio de las Naciones Unidas sobre la restauración y protección de los Ecosistemas -por ejemplo- tiene por objetivo prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos, con el objetivo principal de combatir el cambio climático, prevenir una extinción masiva, proteger los sistemas alimenticios y erradicar la pobreza.
Ecocentrismo: cambiar nuestra forma de ver el mundo es un buen punto de partida. En este sentido, instituir el ecocentrismo como una cosmovisión que reconoce un valor intrínseco en los ecosistemas y los elementos biológicos y físicos que los componen, podría no solo modificar nuestra forma de abordar el cambio climático, sino que también reconciliar la fragmentada relación entre sistemas humanos y sistemas naturales.
Hacia la regeneración: posiblemente, todos los principios y soluciones sostenibles son insostenibles en largo plazo si no son también intrínsicamente regenerativos. Ser mucho más que sostenibles no debiese ser una opción. Necesitamos más que eso. Esencialmente, la palabra regenerativo significa: la capacidad de traer a la existencia de nuevo, o algo que crece o vuelve a crecer; por lo tanto, si un elemento, población, ecosistema o cualquier sistema viviente es regenerativo, tiene la capacidad inherente de volver a existir.