El 13 de agosto de 2018 fue publicada la Ley N° 21.105 que creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, un anhelo por el que lucharon muchos científicos y científicas del país. A tres años seguimos muy lejos de «superar el modelo extractivista», sin mayor «valor agregado» y a mayor distancia del Chile «innovador y diversificado» del que hablaban los medios y algunos políticos.
Según datos SCOPUS, la productividad científica aumentó un 18,16% en el último trienio, sin embargo en el período equivalente, anterior a la creación del ministerio (2015-2017) el incremento fue del 29,86%. Mientras, el número de proyectos FONDECYT regular 2021, principal forma de financiamiento de la ciencia básica en Chile, alcanzó los números que tenía el 2015.
El presupuesto de ciencia en vez de subir bajó, la caída más grande en una década. El ranking sobre Competitividad Global dejó a Chile en el lugar 44 de 64, el más bajo en su historia. Y así, algunos podrían decir que se debe a las seguidillas de dificultades -estadillo social y coronavirus- pero aprovechar la crisis como oportunidad de cambio es lo que tiene a países como Finlandia en el lugar que están a nivel mundial.
Tenemos nuevas políticas nacionales de Igualdad de Género, Inteligencia Artificial y Ciencia. El poder dialogar y poner en común visiones sobre lo que queremos para el futuro nos permitirá realizar los cambios esperados. Al menos tenemos esa esperanza y que la investigación realmente llegue a todo el territorio nacional. En ese sentido preocupa que con la creación de las seremías macrozonales se siga duplicando el modelo centro-periferia al potenciar a las capitales regionales por sobre los territorios. Centralización que aún no define cómo se vincularan con los nuevos gobernadores y los comités regionales de ciencia.
Creemos en los cuatro ejes de la Política Nacional de Ciencia: vinculación con la sociedad, futuro, fortalecimiento del ecosistema y capacidades institucionales, esperamos que puedan ser abordados desde una mirada distinta a las que nos tiene con una inversión del 0,4% del PIB. La ciencia no es un gasto, es una inversión y como tal, debe entenderse su rol en el desarrollo del país.