Cada uno de los jugadores, GM y Ford, solo podía controlar sus propios movimientos, pero no los del otro. Los potenciales resultados que obtendrían dependerán de cómo interactúan. Es así como GM realiza su primera movida introduciendo su nuevo modelo, el Chevrolet, a un precio en el límite superior de la gama de vehículos de bajo precio. ¿Qué opciones tenía Ford? Eso espero abordarlo en la próxima entrega.
Ante este hecho, Ford tiene cuatro opciones:
- No reaccionar a la espera del comportamiento de la economía y los resultados que obtenga la GM para recién actuar en base a lo observado. Si la economía declina –lo que es poco probable-, GM no alcanzará el volumen deseado de ventas. Sin embargo, Ford prevé una alta probabilidad de que la economía crezca, en cuyo caso solo tiene una opción: bajar sus precios, lo que sería un tanto tardío porque ya habría dado tiempo a GM para alcanzar el volumen de ventas deseado, con lo que GM ya cumpliría su objetivo básico, penetrar en el mercado de Ford.
En consecuencia, Ford rechaza esta opción.
- Bajar inmediatamente el precio de su modelo T con el fin de ensanchar la brecha de precios, atacando directamente la estrategia de Sloan. En este caso. GM tiene dos opciones: mantener su precio o bajarlo para contrarrestar la baja de precios de Ford.
Esto podría implicar una sucesión de caídas de precios por parte de ambos competidores. Si GM mantiene su precio solo cabría esperar que sus ventas alcanzaran la cuarta o quinta parte del volumen requerido en el caso que la economía declinara, se mantenga o crezca. Alternativas altamente probables. Sólo alcanzaría su volumen de equilibrio si la economía experimentara un boom, esto es, un alto crecimiento, lo que se veía poco probable, pero no imposible. Si GM persigue los precios de Ford y la economía crece, GM gana, pero en caso contrario, que es poco probable, gana Ford.
En consecuencia, si Ford baja su precio, GM lo seguirá con alta probabilidad de ganar.
Por tanto, Ford rechaza esta opción.
- Producir un modelo contra GM que sea comparable en precio y diseño con el propósito de bloquear, impedir que GM tenga el volumen de ventas que requiere. Esta opción le permitiría a Ford aprovechar sus economías de escala produciendo un modelo TT, que comparta gran cantidad de partes y piezas comunes al modelo T. el problema de esta opción no radica en sus costos, sino que en sus efectos colaterales.
Si bien competirá con el modelo de GM, también lo haría con el modelo T de la propia Ford. Si la economía crece rápidamente, GM sobrevive, en caso contrario, Ford se impone, lo que en su momento vio como altamente probable.
- Combinar las opciones 2 y 3, esto es, colocar un nuevo modelo en el mercado conjuntamente con una baja en el precio del modelo T. ante esta alternativa GM tiene dos posibilidades: mantener su precio o bajarlo cada vez que Ford lo haga. Si GM mantiene su precio, ante cualquier estado que presente la economía, Ford gana; si GM baja su precio conjuntamente con Ford, en el caso poco probable que la economía experimente un boom, GM alcanza su objetivo. Mientras más pronto tenga lugar el eventual boom económico, más se ve favorecido GM, mientras que más tardío se dé, más se ve favorecido Ford. En caso contrario, si la economía declina, se mantiene o crece levemente, GM pierde, ganando Ford.
En definitiva, la mejor opción para Ford consistió en esta última, esto es, contrarrestar la intención de GM de introducirse en su mercado, por la vía de bajar el precio del modelo T e introduciendo un nuevo modelo competitivo con el modelo lanzado por la GM al mercado.
El resultado fue lo que se presentó en el primer capítulo de esta serie: GM revolucionó y modificó significativamente la estructura de la oferta de automóviles en USA, al punto que GM se constituyó en la empresa líder en su rubro hasta la década de los 70, produciendo más del 50% de los automóviles fabricados en USA, y reduciendo la participación de Ford a un 30%. Después la incursión de los automóviles japoneses, volvió a cambiar las cosas.