Mucho se ha discutido acerca si los presos de la revuelta pueden o no ser indultados sin saber siquiera cuántas personas se encuentran en prisión preventiva ni el detalle de los delitos por los cuales han sido imputados. Bajo el argumento que no se debe tolerar la violencia, los detractores de esta propuesta no trepidan en rechazarla incluso con amenazas de vetos gubernamentales.
Todos condenamos la violencia, pero para erradicarla no basta el facilismo de simples declaraciones. Es necesario abordar sus causas, es decir, hablar de la violencia en serio.
Quienes reclaman por todos los medios una condena a la violencia como si esto solucionara el problema, no han querido comprender que sus orígenes están precisamente en las razones por la que muchos ciudadanos salieron a protestar, visualizada en gran parte de los barrios marginales de nuestra capital. La destrucción y rayados en la Plaza Baquedano, no es más ni menos que el deterioro y abandono que se ven en muchas otras plazas de estos barrios postergados tanto en Santiago como en otras ciudades a lo largo de nuestro país.
Pero la peor es la violencia invisible, esa que este modelo económico ha condenado durante años a gran parte de la población … la expresión “para subsistir, debes rasguñártelas solo” se encuentra como mandamiento de vida para aquellos que cada mes sufren las penurias de no contar con lo mínimo para vivir dignamente, bajo un Estado lejano e indolente.
Violenta constatar la desproporción económica de barrios acomodados frente a la realidad de los barrios destruidos o dominados por las redes del narcotráfico, o la de comunas donde la educación es solo testimonial, o la de personas que mueren porque la lista de espera hospitalaria no corrió, o la del sufrimiento de un padre que pierde a su hijo porque la salud pública no contaba con personal médico suficiente, o la del hacinamiento inhumano al cual se ven obligados a vivir muchos por falta de vivienda, o la violencia contra nuestros abuelos que después de una vida de trabajo la pensión de vejez los condena a la hambruna o a los dolores por falta de medicamentos.
Violenta también como el mercado se ha expandido desigualmente en las comunas, donde, por ejemplo, comunas como San Joaquín, La Granja, San Ramón, Lo Espejo, La Pintana o Cerro Navia tienen entre 2 y 4 supermercados, frente a las comunas de Las Condes, Vitacura, Providencia y Lo Barnechea en que la cantidad de supermercados fluctúa entre 12 a 28 (Publicación de catastro de municipalidades por el diario El Mercurio del día 25 de octubre de 2019). Ni hablar de los bancos que han colmado de sucursales las comunas de los sectores oriente de Santiago en circunstancia que, en Lo Espejo, por ejemplo, solo existe uno.
También violenta constatar el desempleo juvenil, esto es, los jóvenes que no trabajan ni estudian entre los 15 y 29 años (Los “Ninis”), que de acuerdo a la Ocde, Chile ocupa el sexto lugar entre quienes tienen los mayores porcentajes de “ninis” entre su población: 18,8% (promedio mundial está en un 14%). La ausencia de un real interés del Estado en buscar una solución dejándolo en manos del mercado es otra forma violencia.
En fin, todo lo anterior es violencia, pero una ocultada en un país cegado por los grandes números macroeconómicos. Qué duda cabe entonces que las revueltas se explican por las graves desigualdades y abusos que vive la población chilena, lo que generó una reacción ciudadana espontanea.
Habiendo salido del ocultismo esta violencia invisibilizada, es una lástima y provocación que el candidato de la centroderecha elegido en las primarias recientes, Sebastián Sichel, ya como candidato único de su sector, haya puesto el énfasis en su primer discurso en la violencia callejera visible, no porque la misma no sea condenable, sino porque esta no es más que la consecuencia de una violencia de fondo mucho más dura que durante años nuestra clase política no visibilizó y que exige un cambio de mirada social profundo, no simples reformas del mismo modelo.
La única forma de combatir con seriedad la violencia que tanto le preocupa a este candidato, es hacernos cargo como sociedad a partir del Estado que él pretende conducir, de toda la deuda social, desigualdad y abusos existentes en nuestro país … este es el énfasis que Chile reclama para sus futuros líderes.