Durante la mañana de este miércoles 14 de julio falleció el padre Carlos Serrano Ariztía, quien era párroco de la parroquia Inmaculada Concepción de Talca. Su deceso se ha producido tras un cáncer que lo aquejó los últimos años.
El Obispado de Talca expresó que “rogamos por su eterno descanso y damos gracias al Señor por su vida llena de testimonio y compromiso con el pueblo de Dios, en las diferentes instancias pastorales que le correspondió acompañar en sus 45 años de sacerdocio”.
El P. Carlos Serrano Ariztía nació el 17 de mayo de 1941 en Lontué, en la Viña Casa Blanca, donde su padre -Carlos Serrano- trabajaba de contador. Su mamá era la señora Elena Ariztía, tenía tres hermanos: María Angélica, Mónica y Juan Pablo. Desde los 2 años creció y estudió en Viña del Mar, luego trabajó en una maestranza en Santiago.
A los 21 años decidió entrar al Seminario de Santiago para ser sacerdote de la Diócesis de Valparaíso, pero terminando sus estudios en el Seminario, acepta una invitación del Obispo de Talca, don Carlos González, y se viene a Talca. En 1969, en la fiesta del Espíritu Santo, es ordenado diácono para la Diócesis de Talca.
En 1970 don Carlos lo envió a trabajar con el P. Guido Lebret en la rehabilitación de niñas y mujeres prostitutas, quedando dos años después a cargo de la Fundación El Despertar porque el P. Guido vuelve a Francia. Allí conoció uno de los sectores de pobreza y explotación más brutales en esos tiempos. Durante 14 años hace de papá y trabaja de camionero para financiar el Hogar. Allí conoce el mundo laboral y participa activamente en las luchas sindicales.
En el año 1976 en la fiesta de Pentecostés, el Obispo Carlos González lo ordenó sacerdote mientras aún trabajaba de camionero.
En 1984 deja la Fundación El Despertar y don Carlos González lo envió al borde sur de Talca, para acompañar las poblaciones Las Colines, Sargento Rebolledo, El Esfuerzo, Brilla el Sol, Oscar Cristi y El Tabaco, que posteriormente formarían la Parroquia Espíritu Santo. Allí sirve como párroco durante 14 años viviendo en una casa de Las Colines y acompañando a esas familias en los momentos difíciles que se vivieron en ese tiempo.
Ese mismo año, el obispo lo nombró Asesor del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, que pretende formar apóstoles para los ambientes en que viven y trabajan las familias. Diecinueve años más tarde sería Asesor Nacional del Movimiento. También en 1984, fue nombrado Asesor de AMAC, otro Movimiento Apostólico para formar apóstoles en el mundo independiente y de profesionales.
En enero de 1998 el Obispo de Talca, don Horacio Valenzuela, lo nombró párroco de la Parroquia Inmaculada Concepción, en el barrio oriente de Talca. En todos estos años trabajó con muchos equipos de personas de las mismas poblaciones y cooperativas del territorio parroquial. Siempre su norte fue acompañar y animar a grupos de niños, jóvenes, de matrimonios y de adultos mayores, para que vayan creciendo como personas. Y vayan conociendo y haciéndose amigos del Señor Jesús, que le puede dar una plenitud grande a sus vidas, entre tantas necesidades y problemas.
Se caracterizó por su sencillez y cercanía a las personas, por su entrega y gran acogida, una forma muy especial de proclamar la palabra del Evangelio, especialmente en sus Homilías. También fue muy valorado el servicio de lograr financiamiento para estudiantes de muy escasos recursos, en la actualidad varios de ellos profesionales.
Desde el año 2005 fue Capellán del Hogar de Cristo. En mayo de 2017 fue distinguido como Ciudadano Ilustre por la Municipalidad de Talca, en reconocimiento a su trabajo y servicio a la comunidad.
Hasta sus últimos días entregó el comentario del evangelio cada día, anunciando la Buena Noticia del Señor a través del Whatsapp en medio de la actual pandemia.