Definición: el Bitcoin es una moneda electrónica libre y descentralizada que permite la transacción directa sin ningún intermediario.
En un pasado no muy lejano, un secuestro era un tema sumamente personal: la víctima, generalmente el hijo de un personaje conspicuo, siempre con una fortuna considerable, era sacada a mano armada de su casa, colegio o lugar de trabajo por una o más personas, generalmente enmascaradas. Más tarde se pedía una suma considerable de dinero para devolverlo sano y salvo. Como era entre humanos deshumanizados, cualquier intento de rehuir el pago generaba la amputación de un dedo o una oreja del secuestrado. Y, casos extremos, se asesinaba al secuestrado.
Ya no más. Ahora el secuestro es telemático, lo que evita la incomodidad de llevarse a una persona capaz de ofrecer resistencia. El pago no consiste en un cofre con monedas de oro. Ni siquiera se piden billetes. Los bitcoins son suficientes.
Ni la mente fértil de Julio Verne lo pudo imaginar.
Pero si lo hicieron los delincuentes informáticos que en las últimas semanas entraron a los laberintos computacionales de una distribuidora de carne en Estados Unidos y, separadamente, a una gigantesca red de abastecimiento de petróleo.
Es un tema lleno de complejidades. Hace ya algunos años se desató en el mundo desarrollado una guerra política y económica que se libra en el ciberespacio. A su alero hacen su agosto los hackers de alto vuelo.
Tras los más recientes episodios en que grandes empresas decidieron pagar con bitcoins el rescate de sus redes hackeadas, el Presidente Biden expresó su preocupación por esta nueva ola de súper- crímenes. Y, sobre todo, por la dificultad para rastrear los pagos en criptomonedas.
El bitcoin es una moneda poderosa. pero que, al revés del dinero tradicional, puede saltarse olímpicamente cualquier intento de rastrearlo.
Como en la historia del aprendiz de brujo, desbordado por los poderes mágicos que él mismo desencadenó, el progreso tecnológico ha sido recibido con entusiasmo, pero inevitablemente aparece empañado por la sombra del temor.
Lo básico es, obviamente, el atávico temor al cambio. Pero hay un catálogo de experiencias que justifican los recelos la energía atómica tiene múltiples y provechosas aplicaciones, pero también ha significado muerte y destrucción a partir de Hiroshima. Y hay más ejemplos.
La revolución tecnológica que empezó a fines del siglo pasado es hoy el centro del debate. La convergencia de las comunicaciones -el teléfono y los computadores- ha transformado el mundo.
Hizo realidad el sueño de la globalización. Pero desató fuerzas no previstas, como le ocurrió al ratón Mickey en la película Fsntasía de Walt Disney.
Todos tenemos experiencias de los riesgos de la modernidad computarizada. Hay quienes hemos sido víctimas de robos en nuestras cuentas bancarias. Otros no sabemos cómo defendernos de estos y otros ciberataques ¿Pero, cómo enfrenta con posibilidades de éxito un ser humano, una empresa o incluso un estado una ofensiva computacional si, además, le piden que pague con una moneda huidiza, imposible de capturar o siquiera de seguirle la pista?
El desafío partió con la primera criptomoneda, el Bitcoin, en 2009. Desde entonces han aparecido otras: Litecoin, Ethereum, Bitcoin Cash, Ripple, Dogecoin.
Es comprensible que ni Julio Verne imaginara algo así.