En las elecciones del pasado mes de mayo, como tantas otras veces, sus resultados se veían venir, pero no se vieron. Ellos dan cuenta de un desencuentro brutal entre lo que se observa y lo que ocurre realmente. Son como dos placas terrestres que se mueven independientemente uno del otro. Todo esto en tiempos en que existe más información que nunca –tanto falsa como verdadera- por los medios de comunicación convencionales y por las redes sociales, cuya irrupción e influencia aún no logramos aquilatar en toda su dimensión.
No faltan las voces apocalípticas que llegan a afirmar que esto es el comienzo de algo que no se sabe si algún día terminará. Particularmente por las redes sociales donde nos recuerdan que Cuba lleva 70 años, Venezuela más de 20.
A ello agregan que nos llenaremos de “asesores” cubanos, venezolanos, quienes infiltrarían, si es que ya no han infiltrado, a nuestras FFAA, a la PDI, al poder judicial, al tribunal constitucional, así como a toda institución cuya conducta no sea la que ellos esperan. Aseguran que se nos viene una noche obscura, larga y fría.
Desde las 3 comunas de mayores ingresos de la capital del reino, y de quienes se inclinaron por el rechazo en octubre del 2020, se ha desencadenado toda una campaña terrorífica que corre el riesgo de transformarse en una suerte de profecía autocumplida. Es la cara pesimista, depresiva. Sin embargo, toda moneda tiene dos caras.
En estas líneas quisiera poner énfasis en la otra cara, la optimista, esperanzadora. En primer lugar visualizo un ánimo renovador de apertura a nuevas generaciones y la diversidad. Entre quienes integrarán la convención la edad promedio es del orden de los 45 años, de ellos 78 son varones y 77 mujeres. A ello habría que agregar que los pueblos originarios también estarán representados con 17 convencionales, y una autoridad ancestral del pueblo mapuche, como es la machi Francisca Linconao participará en la escritura de la nueva Constitución de Chile.
De los 155 convencionales, el grupo más numeroso estará constituido por abogados(as), seguidos por los profesores, luego los ingenieros, así como periodistas y psicólogos. A ellos se agregan otros profesionales, dueñas de casa y ciudadanos de a pie como la señora Juanita. Todo esto da cuenta de que la nueva constitución emergerá del diálogo entre expertos en la materia y quienes viven los problemas en vivo y en directo. No será una constitución que nazca fruto de unos pocos iluminados escogidos a dedo desde las alturas a espaldas de la realidad. Si bien la modalidad bajo la cual se generó la convención no asegura que salga una constitución ideal, al menos se espera que represente de mejor manera las reglas básicas de convivencia del país en el que queremos vivir.
También es interesante constatar que el financiamiento de la campaña no fue factor decisivo en la elección de convencionales, gobernadores, alcaldes y concejales. En el caso de los convencionales, más del 75% de ellos consiguieron ser electos con menos del 40% del total de los recursos destinados a las campañas. Con plata se comprarán huevos, pero los resultados de la elección nos parecen decir que no es llegar y comprar escaños convencionales, gobernaciones, alcaldías o concejalías.
Se observa también un fuerte castigo a los partidos tradicionales que han dominado la escena en las últimas décadas, de derecha e izquierda. Castigo que parece explicarse por una manera de hacer política que está siendo fuertemente cuestionada por su carácter clientelístico, cortoplacista, que cree que las cosas se resuelven a punta de bonos y regalías que no apuntan al fondo de los problemas. Una de las consecuencias es que la mayoría de los convencionales viene del mundo independiente y que ningún partido político o grupo de partidos tiene capacidad de veto, lo que necesariamente fuerza a la negociación, a la conversación, al diálogo, a abrirse. Nadie está en condiciones de poner el pie encima del otro.
En síntesis, hay razones para desconfiar y para confiar. Por mi parte, prefiero confiar en que los convencionales sabrán responder a las expectativas del país.