Certero, el sociólogo Felipe Portales ha señalado algunos errores del proceso constituyente que vive Chile. Señala, por ejemplo, que es un error referirse a la Constitución que nos rige como la constitución de Pinochet. “Efectivamente” – precisa durante la conversación que sostuvo con El Maule Informa -, la Constitución que hoy nos rige es la Constitución suscrita por Lagos y todos sus ministros en 2005; que modificó algunos aspectos importantes de la Constitución impuesta en 1980, pero que también consagró varios de sus aspectos autoritarios y neoliberales esenciales”.
¿Deberíamos llamarla, entonces, la Constitución de Ricardo Lagos?
Si le debemos dar un nombre, es la Constitución de Lagos. Incluso, él (y el liderazgo de la Concertación de la época) quiso catalogarla como la “Constitución de 2005”; y en la ceremonia de su promulgación, el 17 de septiembre, Lagos la elogió de modo exultante como una “Constitución democrática” que representaba “a todos los chilenos”.
Felipe, el acuerdo político del pasado 15 de noviembre que tuvo el propósito de resolver democráticamente el gigantesco malestar social que se estableció en octubre del año pasado, estableció un quórum de dos tercios para aprobar el nuevo texto constitucional. ¿Qué significa esto?
Creo que el acuerdo del 15 de noviembre tuvo sólo en apariencia el propósito de resolver democráticamente la rebelión social generada en octubre pasado. En definitiva, tuvo un propósito diametralmente opuesto: el de mantener el “modelo chileno” impuesto a sangre y fuego por la dictadura; y legitimado, consolidado y perfeccionado pacíficamente por la Concertación entre 1990 y 2010. Y para esto estableció el antidemocrático quórum de dos tercios, el cual viola flagrantemente el principio democrático de mayoría.
¿Implica darle a la derecha la posibilidad de vetar todo lo que podría aprobarse con mayoría?
Efectivamente, en lo concreto, significa darle un poder de veto a la derecha que desde 1990 en todas las elecciones parlamentarias ha obtenido, lejos, más de un tercio de congresales electos, con o sin sistema electoral binominal. Por cierto, han tratado -y logrado exitosamente- que ¡ni siquiera se hable del quórum de dos tercios! con lo que la generalidad de la población no sabe bien de qué se trata y cree que el “proceso constituyente” es algo genuinamente destinado a aprobar una Constitución democrática.
¿Tal como ocurrió en 1990?
“Efectivamente, en 1989 la Concertación concordó con la derecha y Pinochet una Reforma Constitucional que en su punto más trascendente (recordemos que fue un “paquete” de 54 reformas, acordadas “entre gallos y medianoche” y de las cuales ¡hasta hoy día! la generalidad de los chilenos desconoce en sus “detalles”) le regaló a la derecha la futura mayoría parlamentaria simple que la Concertación habría tenido con toda seguridad de ¡haberse mantenido sin cambios el Artículo 65 de la Constitución original del 80 que estipulaba que el futuro gobierno tendría mayoría parlamentaria sólo con la mayoría de una Cámara y un tercio de la otra, lo que habría favorecido tanto a un Pinochet como a un Aylwin de Presidente!
¿Por qué el liderazgo de la Concertación aceptó esa situación que le daba un peso crucial a la derecha?
El liderazgo de la Concertación hizo dicho regalo en 1989 por razones análogas al regalo actual del quórum de dos tercios para aprobar un “nuevo” texto constitucional: Mantener lo más oculta posible su total derechización experimentada a fines de los 80; y que fue descarnadamente reconocida por el considerado por todos el máximo ideólogo de la Concertación, Edgardo Boeninger, en un libro que publicó en 1997 (“Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad”; Editorial Andrés Bello; pp. 369-70). En el caso de 1989 fue para poder “culpar” plausiblemente a la futura oposición de derecha de no poder efectuar ninguno de los cambios comprometidos en el Programa Presidencial de 1989 y en los cuales ya inconfesablemente no creía.
¡Y esa fue la eterna letanía que escuchamos de los líderes de la Concertación, particularmente en los 90! Y en el caso actual el regalo del quórum de los dos tercios le permitirá a dicho liderazgo volver a “culpar” a la derecha de que con su virtual poder de veto haya impedido la posibilidad de haber obtenido una mejor Constitución.
Es notable que el liderazgo de la ex Concertación pueda seguir engañando al conjunto de la población. por tanto tiempo; pero a ello le ayuda muchísimo ¡el haber virtualmente exterminado casi todos los medios de centroizquierda, bajo sus gobiernos, discriminándoles el avisaje estatal! (“La Época”, “Fortín Mapocho”, “Análisis”, “Apsi”, “Hoy”, “Página Abierta”, “Siete”, “Siete + Siete”, “Rocinante”, “Plan B”, “Punto Final”, etc.) Y, además, como muy bien lo dijo Mark Twain: “Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados”.
Una gran desilusión
Felipe Portales Cifuentes –Santiago, 1953-, es autor de libros claves para comprender la historia de Chile. Entre ellos: Los mitos de la democracia chilena (Catalonia, 2004). Su saga Historias desconocidas de Chile ha alcanzado gran difusión.
Felipe, con este entramado tan parecido a lo que ocurrió en 1990. ¿Qué podemos esperar, entonces, de una nueva constitución?
No es posible predecir el futuro, pero todo indica que la desilusión que le sobrevenga a la mayoría de los chilenos que ansían la sustitución del “modelo chileno”, será gigantesca una vez que finalmente se den cuenta de que ha sido nuevamente engañada; más aún cuando se le han generado tantas expectativas respecto de ella. Pero para eso faltan todavía varias elecciones y plebiscitos y todo el tiempo que requiere la elaboración y aprobación de un texto constitucional.
¿Qué impide que la sociedad chilena pueda hacer grandes cambios?
Desgraciadamente creo que el complemento fáctico entre la derecha y la ex Concertación (que algunos han motejado como “las dos derechas”) ha funcionado “muy bien”, incluso en las apariencias de no ser así. Por lo que la consolidación del “modelo chileno” ha sido muy fuerte, pese al gran malestar que finalmente ha generado; y que será difícil de modificar en el futuro previsible.
¿Cómo se canalizarán las grandes demandas ciudadanas?
“Es también muy difícil avizorar el futuro, pero también todo indica, como ya señalé, que la desilusión futura será tan grande que muy probablemente agudizará en proporciones nunca vistas el malestar y la desmoralización social en nuestro país.
¿Sigue pensando que la democracia chilena es un mito?
Salvo en el período 1958-1973 no ha existido en Chile un sistema político regido por un auténtico sufragio universal secreto y efectivo; y una Constitución que responda a la voluntad mayoritaria de los chilenos. Si bien no hubo en 1958 una Asamblea Constituyente, la Ley de Cédula Única y la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia (“maldita”) establecieron un sistema realmente representativo de todos los chilenos y chilenas, que permitió reformas constitucionales democráticas (la Constitución de 1925 no fue producto de una Asamblea Constituyente, sino que elaborada por un “selecto” grupo convocado por Alessandri e impuesta en los hechos por el Ejército) como lo fue la Reforma Constitucional del derecho de propiedad que dio lugar en 1967 a la Reforma Agraria que terminó con el sistema semifeudal de la hacienda heredado de la Colonia.
Desgraciadamente, el trágico fin de dicho sistema constituyó una demostración de que el autoritarismo chileno no ha sido monopolio de nuestra derecha. Que la responsabilidad mayor del desastre la tuvo nuestro liderazgo de centro y de izquierda lo da la constatación de una cifra casi inimaginable: La Cámara de Diputados de 1965 estuvo conformada por nueve diputados de derecha (liberales y conservadores) ¡y 138 de centro o de izquierda (DC, PR, PS y PC)! Y ocho años después vino el golpe militar…”.
Mario Rodríguez Órdenes