La Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA) es una problemática que se viene abordando hace 10 años por diversos líderes mundiales de la ONU, lo anterior, debido a las continuas alertas alimentarias que existen en vastas zonas del planeta y que tiene a una gran cantidad de población casi al borde de la hambruna.
Daniel Durán, académico de la Facultad de Ingeniería y Negocios de Universidad de Las Américas y Doctor en Economía y Empresas de la Universidad Autónoma de Madrid, ha investigado hace más de una década esta problemática y advierte que, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, a nivel mundial aproximadamente un tercio de los alimentos producidos se transforman en PDA, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas por año.
El académico desglosa esta problemática en cuatro categorías: “la producción agrícola, específicamente en la cosecha; la industrialización de los alimentos, cuando son procesados y empaquetados; en la distribución y transporte, y la etapa de consumo. Todos los alimentos que se desechan, ya sea por no consumo o por una supuesta caducidad y son echados a la basura, se consideran como desperdicio”.
“En Chile, en 2021 el 15,6% de la población del país, alrededor de 2,9 millones de personas, mostró algún tipo de inseguridad alimentaria, mientras que el 3,8%, unas 700 mil personas, sufre inseguridad alimentaria severa”, advierte el académico de UDLA.
Las PDA también generan efectos negativos en el medio ambiente a través del desperdicio de agua y tierra utilizados en la producción de alimentos que se descartan. Las emisiones de CO2, metano y nitrógeno que producen las PDA en los vertederos, contribuyen al cambio climático y los efectos negativos sobre la biodiversidad que produce la deforestación con fines agrícolas.
El deterioro del medio ambiente a su vez tiene efectos negativos en la agricultura ya que, por ejemplo, el cambio climático aumenta la inseguridad alimentaria debido a sus efectos biofísicos negativos en la productividad de los cultivos, el ganado y los sistemas agrícolas. Asimismo, el uso intensivo de la tierra produce acidificación y degradación del suelo, lo que reduce el rendimiento de la producción agrícola futura. De esta manera se produce un círculo vicioso entre el medioambiente, la PDA y la agricultura.
“El impacto económico, social y ambiental de la PDA es enorme. Chile es un país que recientemente está enfrentando algunos problemas ambientales que deben ser atendidos, por ejemplo, la escasez de agua debido a las intensas y prolongadas sequías. Además, la industria agrícola, especialmente las exportaciones de frutas son muy importantes para la economía chilena. Por lo tanto, reducir las PDA representa un camino para mejorar la seguridad alimentaria y lograr el tan esperado desarrollo sostenible que todo el mundo necesita”, concluye el académico de Universidad de Las Américas.