Que los tiempos cambian no hay lugar a dudas, las últimas décadas el tema económico ha sido el fundamental en nuestra convivencia y desarrollo nacional, de hecho, antiguamente lo que imperaba era mucho más la política, la cual parece empezar nuevamente a pedir cancha. Pruebas al canto, hoy en día el cuerpo Economía y Negocios del diario El Mercurio es uno de los más importantes y está conformado de muchas páginas. Sin embargo, en el pasado, recién en junio del 67 se crea la Página Económica que formaba parte del diario, encargando su redacción en aquel tiempo al economista Adelio Pipino.
A fines de los 60 cuando uno iba a la playa escuchaba a los heladeros voceando sus helados con el “Tú y Yo los helados”, promocionando la novedad del Lolly Pop, una paleta o chupete helado de agua doble que se compartía amistosamente cuando los pesos escaseaban. En estos tiempos el tu y yo suele caracterizarse por la polarización, si o no, apruebo o rechazo, transformada en una costumbre nacional que prioriza la confrontación en lugar del encuentro o la colaboración. Pero en esto, grandes responsables son las clases dominantes que hacen de este juego suma cero, su predilección.
Así cuando ya a uno le empieza a dar lata leer declaraciones y entrevistas de los políticos opinando de la contingencia, es una muestra de lo cabreada que está la ciudadanía, que está llegando a un grado de saturación importante. Nos acostumbran a la polarización, pareciera ser su estilo y única receta, no de ahora, también de antes, históricamente nos han acostumbrado a estar divididos, sobre todo desde las élites, no saben jugar otro juego, el sí y el no, ahora con el apruebo y el rechazo, incluso antes históricamente carrerinos y ohigginistas, balmacedistas y congresistas, etc. Parecen no conocer o dominar otro tipo de juego, que enfrentarse, no solo en la palabra ya que incluso se llega a extremos cruentos como lo fue con la guerra civil y el golpe militar. Ya está bueno que nos propongamos aprender a colaborar, cooperar, coejecutar y cogobernar. Enfocarnos en el trabajo en equipo y armar alianzas, dejarnos de estupideces de una vez por todas, ya que no construyen, prioricemos lo que nos une y de una.
En este desafío constitucional necesitamos construir o aspirar a tener un sistema donde el que gana una elección no tiene por que arrasar o basurear con el contrario, sino más bien tiene que saber ponerse en el lugar del otro, con generosidad y apertura para construir juntos y colaborar en hacer de Chile un país que puede caminar unido hacia el futuro. Si lo logramos sin duda llegaremos muy lejos.
Es bueno aprender de la base social, donde se colabora y emprende proyectos de beneficio para el barrio, el club deportivo o la junta de vecinos, sin importar de que color político es cada uno, este solo aflora cuando llegan los macucos y les piden alinearse a cada una de sus huestes, cuando lo natural para ellos es trabajar unidos.
Para llevar adelante una transformación como la descrita, habrá que concordar algunos mínimos comunes, como por ejemplo cuidar a como de lugar la educación, haciendo de esta la gran prioridad nacional asegurándola a través de un gran acuerdo nacional transversal y de amplio consenso. Hay que evitar a como de lugar que las divisiones inferiores del violentismo político usen como caldo de cultivo o incubadoras a los liceos, partiendo por el Instituto Nacional, donde algunos buscan aprovechar estos espacios para ensayos de violencia política.