Es un hecho que las consecuencias de una pandemia que aún no afloja, nos seguirán golpeando por mucho tiempo y en diversos ámbitos. En el caso de la Formación Inicial Docente, la suspensión de actividades educativas presenciales el 2020 y 2021, con el cierre de los establecimientos educacionales dejó sin uno de los elementos más importantes a los estudiantes de las carreras de pedagogía: las prácticas. El contacto con los alumnos y su realidad, la observación, las interacciones, el análisis y aprendizaje en terreno, son clave para la toma de decisiones profesionales que derivan, por ejemplo, en distintas intervenciones pedagógicas de acuerdo con el contexto. El futuro formador requiere un acercamiento a una experiencia concreta con el alumno y su entorno.
Pese a que mayoritariamente se han retomado las actividades presenciales, la necesidad sigue presente. El camino de las tutorías y/o mentorías -respaldado con suficiente evidencia internacional de logros en los aprendizajes-, apareció con fuerza como una solución alternativa al trabajo del aula, ya que además de apoyar la continuidad de los aprendizajes de los niños, permite a los futuros docentes encontrarse (al principio de manera virtual) con los alumnos y su entorno y, de esta manera, recomponer en parte lo que la pandemia les ha arrebatado, como por ejemplo, la seguridad frente a las prácticas. Los resultados de la última Evaluación Nacional Diagnóstica de la Formación Inicial Docente (END FID), que consideró a los estudiantes de pedagogía de la cohorte 2020-2021, muestran una baja motivación, desgaste emocional y aumento de la deserción, entre otros hallazgos.
Ya en 2020, el Ministerio de Educación creó el Plan Tutores para Chile para que estudiantes de pedagogía, realizaran sus prácticas profesionales de manera virtual. Con la colaboración de las universidades, las facultades de Pedagogía firmamos convenios con establecimientos y monitoreamos el trabajo que terminó en diciembre del año pasado. Al mismo tiempo, varias ONGs reaccionaron con iniciativas que fueron en la misma línea, lo que permitió a los futuros docentes conexión directa con la escuela y por ende experiencia en torno a la participación de la familia, acompañamiento de profesionales de la educación, apoyo en componente socioemocional, capacitación, uso de nuevas tecnologías, innovación en las estrategias, etc. Actualmente, un nuevo Programa denominado Tutorías de Estudiantes de Pedagogía: Seamos Comunidad que Acompaña y Apoya, impulsado por el Mineduc, está siendo socializado, analizado y discutido entre las distintas facultades de educación del país. Esta iniciativa propone que las tutorías son voluntarias y, por lo tanto, complementarias a las prácticas regulares de los estudiantes, punto en el que las universidades ven una complicación para la participación de los alumnos, por lo que han solicitado que sean reconocidas como prácticas oficiales. Se está a la espera del pronunciamiento de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), que ya ha expresado que es necesario que las tutorías tributen al perfil de egreso, vinculado a los Estándares de Formación Inicial Docente.
Las tutorías no resolverán todo, es cierto, pero es imperativo darle prioridad si lo que queremos es mantener estándares de calidad alineados con un perfil de egreso ad hoc a los nuevos desafíos.
(*) Decana Facultad de Educación Universidad de Las Américas