Esta semana se conmemoró el Día contra la Hepatitis a nivel mundial, una enfermedad que afecta al hígado inflamándolo y provocando serios problemas en la salud de las personas que la padecen.
La académica del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Talca, Marcela Marín, explicó que este mal implica la “hinchazón y daño al hígado que puede afectar su funcionamiento y dejar secuelas. Puede tratarse de una infección aguda, de corto plazo, o volverse crónica”, enfatizó.
Esto dependerá del tipo de hepatitis que se detecte, ya que existen cinco: A, B, C, D y E, siendo las tres primeras las más frecuentes.
“La forma de transmisión de la Hepatitis A es vía fecal-oral. Los brotes de ésta ocurren cuando hay un saneamiento deficiente, por hacinamiento o contaminación de alimentos y del agua. En Chile no se da mucho, porque las condiciones de sanidad han ido mejorando a través de los años y porque existe una vacuna”, precisó la profesora Marín.
Por su parte, la directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UTalca, Ángela Sánchez, indicó que es fundamental evitar un posible contagio a través del lavado frecuente de manos, alimentos y utensilios, así como las superficies donde se cocine y coma. “Se transmite mediante los alimentos preparados por personas con una mala higiene de manos, beber agua contaminada, consumir pescados o mariscos provenientes de agua residuales y contaminadas, o vegetales u hortalizas regadas con agua contaminada y que no son desinfectadas”, planteó.
Otros tipos
En el caso de la Hepatitis B y C, sus formas de contagio son a través de la sangre o de transmisión sexual. “En Chile existen más infecciones de estos tipos, por ejemplo, en el personal de salud, por los accidentes cortopunzantes y exposición a sangre y fluidos. De hecho, estos profesionales tienen la obligación de vacunarse contra esta infección”, precisó Marín.
Estas enfermedades pueden tornarse, además, crónicas. En este sentido el director del Magíster en Ciencias Biomédicas de la UTalca, Sergio Wehinger, expresó que otro problema que se observa es que estos pacientes tienen un mayor riesgo de sufrir cáncer hepático.
“Muchas veces estas hepatitis son crónicas y no tan evidentes, es decir, no siempre tenemos a gente con coloración amarilla por la bilirrubina en sangre, a lo más presentan cansancio general y trastornos del apetito. Pero, aunque el daño es de baja intensidad, es constante y a la larga puede dañar las células hepáticas e inducir la aparición de cáncer”, sostuvo.
Por ello, los chequeos anuales son importantes para estos pacientes, ya que, “si los niveles de bilirrubina son normales, pero se ve una tendencia al aumento, debería ser un signo de atención para el doctor tratante”, puntualizó.
Cifras
En relación a la Hepatitis B, la profesora Marcela Marín detalló que el año 2017 hubo mil 103 casos en el país, es decir 6 cada 100 mil habitantes, con mayor presencia en la zona norte y en la Región Metropolitana.
De acuerdo con la Asociación Chilena de Hepatología (ACHHEP), filial de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), la Hepatitis C es la que ha experimentado mayores cambios, en términos de impacto en la población.
Solo en el 2015 se estimó que existían 71 millones de personas infectadas, 7 millones de ellas en América del Sur, aproximadamente 35 mil en Chile y 400 mil muertes anuales a nivel mundial atribuidas a su causa.
En América, la Hepatitis B y C suman cerca de 77 mil casos anualmente. Alrededor de 10 mil de estas nuevas infecciones son por el virus de la Hepatitis B, produciéndose 23 mil muertes por su causa. De estas personas solo un 18% son diagnosticadas y de ellas, apenas el 3% reciben tratamiento.
Respecto de la Hepatitis C, en el continente se producen cada año 67 mil nuevas infecciones y 84 mil fallecimientos; siendo diagnosticadas solo un 22% de estos pacientes y de ellos un 18% recibe tratamiento.