Estas últimas semanas hemos visto como han vuelto a la palestra pública los viejos tercios concertacionistas, reaccionado como ellos saben hacerlo, frente al bullying de los jóvenes, que los hicieron pebre por aquello de que no eran 30 pesos sino 30 años. Ahora para un grupo importante de ellos es su minuto de recuperar algo de fama y figuración pública en defensa de los 30 años.
En paralelo a las AFP les vino de improviso el apuro de comunicar con la propaganda aludiendo a una preocupación ciudadana precisamente ahora, les bajó toda la responsabilidad social de un guaracazo lo que antes no hacían, hoy en día les vino el apuro de poder realizarlo ya. Incluso aquí coinciden en una competencia sin par con SQM por quién gasta más en marketing asociado a la responsabilidad social.
El Ex Presidente Ricardo Lagos en carta al país publicada en distintos medios frente al apruebo o rechazo expresa, “las dos alternativas en juego están lejos de convocar a la gran mayoría ciudadana”. Y planteó continuar con el debate constitucional tras el referéndum. “Chile merece una Constitución que suscite consenso”. Sin duda movió el tablero.
Por primera vez se cruza el Rubicón del Si y el No, se rebaraja el naipe de la izquierda y la derecha, con lo que sería posible un nuevo desglose del espectro político y como este quedará representado en lo que viene hacia adelante. Al parecer y avizorando el futuro, ya no tan izquierda y derecha, ni apruebo ni rechazo sino más bien lo que distintos segmentos actuando conjuntamente desean para el país, desde su constitución para adelante. La transversalidad que siempre muchos buscamos, por ejemplo con la experiencia de Los Federales, hoy aquí en este desafío constitucional o plebiscito del 4 de septiembre, al parecer se estaría iniciando. Ya no son 30 años ni 30 pesos, es la venganza de los 30 años, la venganza de los old boys ahora versus algunos constituyentes, qué por muy irreverentes se pasaron de rosca o tomaron la micro equivocada, pasándose cinco pueblos.
Orgulloso de Chile, la carta de Landerretche junto a la de Lagos muestran como el país está experimentando un proceso de cambio político de gran trascendencia para Chile. Desde el 11septiembre en que se aspiraba a lo mínimo, con un Banco Central autónomo y una segunda vuelta, con el consiguiente quiebre y brecha entre el Si y el No, el qué aún arrastramos, por primera vez es posible avizorar un reordenamiento político en el país. El cruce a la vereda del frente es importante, ya que se entremezcla la cosa y se podría recuperar el animus societatis republicano, anterior a los 60. El PC pasó de la calle y no estar de acuerdo en el acuerdo del 15 de noviembre, incluso no firmándolo, hasta hoy en día mandungueando en la Convención Constitucional donde se incorporó con todo, pese a su dura crítica inicial y, gracias a su votación, ya está muy dentro del sistema con dos senadores incluso, después de 40 y tantos años. Mirando el vaso medio lleno, estamos todos los que somos, incluso con PPOO adentro, un poco pasados, pero adentro. Lo que se requiere ahora es complementar el sistema político o la sala de máquinas como dicen algunos, para permitir que los gobiernos no sólo tengan la mayoría para elegir a un presidente sino que además aseguren poder tener las espaldas legislativas con coaliciones responsables que los apoyen y eviten los descalabros que hemos experimentado los últimos años y en el pasado en materia de la interacción gobierno y parlamento.