Las formas de consumir contenido audiovisual han cambiado drásticamente. Hoy conviven la clásica señal de televisión con el auge de plataformas digitales y creadores independientes.
En los hogares de Chile, esta convivencia se ve en la variedad de dispositivos que se pueden encontrar y que compiten por nuestra atención: desde las TVs LED tradicionales hasta smartphone y tabletas.
Este ecosistema híbrido plantea nuevas oportunidades para marcas y plataformas; también genera desafíos al momento de monetizar, medir audiencias y captar atención. Aquí analizamos las principales diferencias y cómo esto redefine el consumo en el hogar.
Diferencias entre medios tradicionales y digitales
Entiende cómo varían objetivos, formatos y alcance de ambos universos.
Formato y estructura de contenidos
Los medios tradicionales (radio, prensa, televisión) mantienen una programación planificada y lineal. En cambio, los medios digitales —blogs, redes sociales, canales de creadores— ofrecen formatos flexibles, como videos cortos, podcasts o streaming en vivo, adaptándose a distintos horarios.
Control y centralización vs participación activa
En la TV tradicional, solo el canal decide el contenido. En medios digitales, los usuarios participan activamente: comentan, comparten, generan contenido y tienen voz directa. Esto transforma al público de consumidor a creador.
Impacto en las audiencias: alcance vs cercanía
Ambos tipos de medios funcionan de manera distinta ante el público.
Alcance masivo vs nichos específicos
La TV abierta sigue llegando a masas, especialmente en estratos poblacionales de menores recursos. En cambio, los creadores digitales apuntan a nichos muy definidos (gaming, cultura pop, tutoriales) donde construyen comunidades más leales y participativas.
Métricas de éxito distintas
En medios tradicionales se mide con rating. En digitales, se usan vistas, tiempo de visualización, interacciones, seguidores o suscripciones. Esto cambia la forma de valorar una campaña o contenido.
TV vs streaming: consumo lineal vs a demanda
Explora cómo varía la experiencia de ver contenido según la plataforma.
Programación fija vs selección personalizada
La televisión tradicional impone horarios y bloques. Las plataformas de streaming permiten ver lo que quieras, cuando quieras, incluso retomando el contenido por episodios. Esto exige pantallas con buena resolución y streaming integrado.
Fidelización vs binge-watching
En TV tradicional existe fidelización semanal. En plataformas digitales es común el consumo maratónico, impulsado por recomendaciones algorítmicas y lanzamientos de temporadas completas.
Medios convencionales vs digitales: modelos de negocio
Ambos cuentan con esquemas bastante distintos para generar ingresos.
Publicidad masiva vs monetización directa
La publicidad en TV se basa en spots y pauta programática. En cambio, los creadores digitales obtienen ingresos por patrocinios, afiliados, merchandising, membresías y donaciones.
Costos de producción y acceso al mercado
Poner un programa en TV requiere inversión alta, aprobación institucional y licencias. Cualquiera con un dispositivo puede crear contenido digital con inversión mínima, facilitando el surgimiento de nuevos talentos.
Evolución del consumo en el hogar chileno
La tecnología y hábitos influyeron fuertemente en habits de visualización.
Popularización de Smart TV y conexión doméstica
La llegada de modelos como Samsung TU7000, Sony Bravia o Hisense y apps integradas cambió la forma de ver contenido: se combinan señales abiertas, streaming y redes sociales en un solo dispositivo.
Preferencias generacionales y adaptación
Mientras los adultos mayores siguen preferenciando la TV abierta, los más jóvenes migran a creadores en YouTube, Twitch o TikTok. Esto obliga a las plataformas a adaptar su contenido y forma de interacción.
Estrategias para marcas y creadores en Chile
Cómo posicionarse bien en un entorno audiovisual mixto.
Presencia integrada en ambos canales
Tener presencia en TV abierta y plataformas digitales permite combinar alcance masivo y engagement focalizado. Esto requiere producción de calidad, compatible con pantallas modernas y pagos seguros en ecommerce.
Herramientas de pago y financiamiento
Usar sistemas de pago digitales —como aquellos disponibles en plataformas que trabajan con Mercado Pago— facilita la compra de productos, donaciones o suscripciones, generando confianza entre el público.
Cambios en la producción audiovisual
Las tecnologías digitales han modificado los procesos de creación de contenido.
Democratización de herramientas de grabación
Con cámaras accesibles, softwares gratuitos y micrófonos semiprofesionales, hoy es posible grabar videos de calidad desde casa. Equipos como celulares Samsung Galaxy S, iPhone o cámaras Canon EOS permiten alcanzar resultados notables sin necesidad de estudios profesionales.
Edición y postproducción desde el hogar
Plataformas como DaVinci Resolve, Adobe Premiere o CapCut son usadas tanto por youtubers como por productoras. Esto agiliza los tiempos de entrega, reduce costos y permite competir directamente con contenidos emitidos por canales tradicionales.
Roles nuevos en la cadena audiovisual
Surgen perfiles profesionales que no existían hace dos décadas.
Influencers y streamers
Estos creadores gestionan comunidades y marcan tendencias. Algunos alcanzan más visualizaciones que programas en horario prime, lo que demuestra el poder actual del contenido independiente.
Community managers y analistas de métricas
Más allá del contenido, hoy se valoran quienes interpretan datos, gestionan plataformas y adaptan las publicaciones al algoritmo. Esto también redefine el marketing digital y su conexión con el público objetivo.
Educación y medios digitales
La creación de contenido no se limita al entretenimiento.
Formación a través de plataformas
Profesores, divulgadores y centros educativos usan YouTube, Instagram o TikTok para enseñar. Este fenómeno se refuerza con dispositivos de alta calidad visual que permiten clases en pantalla grande.
Nuevas audiencias para la cultura
Museos, editoriales y medios tradicionales se adaptan a redes digitales para llegar a jóvenes y comunidades remotas. Esto diversifica el acceso a la información y fomenta la participación desde distintos territorios del país.
Contenido desde Chile para el mundo
El entorno digital ha permitido visibilizar creadores chilenos en mercados internacionales.
Producciones locales con alcance global
Series como “31 minutos” en YouTube, podcasts de historia chilena o canales de ciencia y humor muestran cómo los contenidos nacionales cruzan fronteras sin depender de grandes cadenas.
Exportación de talento y colaboración
Muchos editores, ilustradores, músicos y animadores chilenos colaboran con creadores extranjeros, posicionando sus servicios en plataformas de trabajo remoto y contenido digital.
Desafíos para el futuro del entretenimiento
El panorama actual obliga a tomar decisiones estratégicas en cuanto a tecnología y comunicación.
Convergencia entre medios
Las diferencias entre los televisores, el celular o el computador son cada vez más difusas. Las marcas deben adaptarse a esta convergencia con contenidos multiplataforma y formatos híbridos.
Atención fragmentada y exigente
Los usuarios consumen varios contenidos al mismo tiempo: ven series mientras revisan redes sociales. Esto obliga a mejorar la calidad visual, narrativa y técnica para captar la atención en los primeros segundos.
Nuevos escenarios, nuevas formas de mirar
La aparente rivalidad entre la televisión tradicional y los creadores digitales refleja, en realidad, una transformación profunda en los hábitos de consumo audiovisual. Lo que antes era un sistema unidireccional, dominado por grandes cadenas, ahora convive con una estructura dinámica donde cualquier persona con un celular puede generar impacto global.
En el caso de Chile, esta transición es evidente: las familias combinan la programación en señal abierta con contenidos en plataformas digitales, mostrando una preferencia por la versatilidad y la personalización de la experiencia.
Esta evolución también se manifiesta en el uso de tecnología que permite integrar ambos mundos. Desde una TV LED hasta equipos inteligentes conectados a internet, el hogar chileno ha dejado de ser pasivo frente a la pantalla. Hoy se navega, se elige y se comparte contenido con mayor autonomía.
Más que reemplazar lo anterior, el desafío está en saber combinar lo mejor de cada formato, apostando por una convivencia que beneficie tanto a creadores como a espectadores.