Debemos urgentemente priorizar la salud de los profesionales y técnicos sanitarios en Chile, por el evidente cansancio y desgaste que observamos hoy en día en estos profesionales. En este contexto, cabe destacar que desde el año 2000, la OMS ha declarado al “Síndrome de Desgaste Profesional” como un factor de riesgo laboral, debido a su gran capacidad para afectar la calidad de vida, la salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida del individuo que lo sufre. En junio de 2018 se publicó también la nueva Clasificación Internacional de las Enfermedades donde se incluye al desgaste profesional o Burnout como un “fenómeno ocupacional” definido como “un síndrome conceptualizado resultado de un estrés laboral crónico que no ha sido satisfactoriamente manejado”.
Además, hay que considerar que la pandemia por Covid-19 provocó que el personal sanitario asumiera grandes transformaciones en los procesos clínicos asistenciales, sumado a enfrentar una enorme demanda de trabajo asociada a miedos e incertidumbres y con la sensación de extrema vulnerabilidad por las altas tasas de muertes diarias.
Una estrategia comprobada de humanizar la atención sanitaria a nivel mundial es cuidar de quien cuida, es decir, preocuparnos de la salud física y mental de los profesionales y técnicos de la salud, porque ellos han decidido trabajar en la protección de los seres humanos, haciendo del cuidado de estos, parte fundamental de su vida.
¿Y cómo podemos enfrentar este desafío? Desde las organizaciones de salud públicas y privadas, desde los equipos de trabajo y de forma individual, previniendo, detectando e interviniendo de forma temprana, fomentando un trabajo seguro, colaborativo, amable y que impulse el desarrollo profesional sin provocar daños ni riesgos para la salud.