La empresa ARAUCO tiene en marcha diversas iniciativas para conservar 300.000 hectáreas de bosque nativo, desde el Maule y hasta Los Lagos. El común denominador ha sido el involucramiento de las comunidades y la apertura del conocimiento científico. Bosque Abierto es uno de los programas que ha permitido sensibilizar sobre la importancia de cuidar el entorno
En Chile central, ARAUCO es la empresa que tiene más vegetación nativa -casi 300 mil hectáreas-, con una amplia distribución territorial, que abarca desde Vichuquén, Región de Maule y hasta Los Lagos. Además de la captura de carbono, estos bosques son esenciales para la protección de especies y ecosistemas que están en algún grado crítico de conservación.
Y para proteger hay que conocer. Ambos principios son base del trabajo de ARAUCO que fortalece el desarrollo local y la conservación desde lo que es su propia esencia: la producción forestal. ¿Cómo? A través de una mirada integradora del paisaje, donde confluyen aspectos sociales, ambientales y económicos.
Expertos ambientales y ecólogos han señalado que las soluciones basadas en la naturaleza son clave para la sostenibilidad del planeta. Alejandro Brown, experto argentino en biodiversidad y desarrollo sustentable, presidente de la Fundación ProYungas, afirma que el futuro de la naturaleza depende de lo que haga el mundo productivo. “Vengo de las ciencias ambientales y soy un convencido que para proteger y conservar la naturaleza se requiere de las empresas”, dice.
A través de su centro de investigación Bioforest, ARAUCO desarrolla monitoreos para conocer el estado de salud de los ecosistemas y gestionar aspectos que ayuden a la protección de las 142 especies de flora y fauna amenazada que están en esta zona. Este monitoreo utiliza distintas técnicas, desde tecnologías satelitales, LiDar, e hiperespectral, hasta transectos de vegetación, identificación de artrópodos, anfibios y uso de cámaras y sensores bioacústicos en terreno.
“En 2008 se hacían monitoreos en Caramávida, Cordillera de Nahuelbuta, con cámaras que se pegaban a los árboles y funcionaban con rollo fotográfico. Ahora, estamos haciendo pruebas con cámaras termales y tenemos monitoreos con sensores bioacústicos, entre otros sistemas para proteger y gestionar la vida que hay en los bosques”, sostiene Raúl Briones, Investigador de Bioforest de ARAUCO.
Incluso más. La empresa está abriendo sus bosques para acoger y promover iniciativas comunitarias. Estas han sido cogestionadas y compartidas con las comunidades, vecinos, niños, académicos y todos quienes son parte de los territorios donde se desarrollan. Este programa de Bosque Abierto ha puesto en valor la contribución de los árboles y ecosistemas a las personas y al entorno.
“Bosque Abierto es la gran oportunidad para promover la conservación a través del conocimiento. De hecho, estamos transformando nuestros bosques en aulas para la investigación, educación y turismo; además de promover el deporte y los oficios del bosque”, señala Daniela Saieg, Jefa del Programa Bosque Abierto.
Queules y Pitaos de Cauquenes
Un caso que se está desarrollando bajo este programa -y que combina a la perfección la ciencia y educación- es el turismo científico en el Área de Alto Valor de Conservación Queules y Pitaos, especies amenazadas del valle de Cauquenes, Región del Maule. Aquí ARAUCO busca que las comunidades y vecinos se sensibilicen en torno a la importancia del queule, monumento natural del país, protegiendo el lugar que es un fiel reflejo del bosque maulino costero de Chile Central.
“Es loable el esfuerzo y la política de la empresa en cuanto a monitorear restos de la vegetación original, traerla al presente, además de su intención de abrir este espacio para tener una visión ecosocial educativa científica”, afirma José San Martín, académico de la Universidad de Talca y experto en botánica
“Hay que educar y hacer que la gente sea consciente de la experiencia de estar en un bosque antiguo que hay que cuidar. Si no está esa experiencia, es más difícil hacer ver a la sociedad que éstos son los regalos para las futuras generaciones”, añade Pablo Ramírez de Arellano, Investigador de Bioforest de ARAUCO.
ADN Ambiental
Uno de los recientes proyectos de Bioforest es el ADN ambiental de los bosques. Junto al laboratorio de genética ambiental Ecogen, se están utilizando metodologías y herramientas genéticas de ADN ambiental, para detectar, diagnosticar y monitorear directamente un gran número de especies sobre diferentes escalas espaciales y temporales. “La genética ambiental permite -por ejemplo- tomar una muestra de agua y decir ‘aquí hay 20 especies de peces, anfibios o reptiles’”, enfatiza Briones.