Luego de que el Gobierno diera a conocer la Reforma Tributaria que modificará los impuestos a los arriendos, vemos con preocupación la eliminación del beneficio de la exención de impuestos a las propiedades DFL2. La medida no solo perjudica a los pequeños inversionistas del sector inmobiliario, que optaron por adquirir dos o más propiedades para renta pensando en mejorar sus ingresos de cara a las bajas pensiones. También el arriendo se encarecerá, pues, quienes necesitan rentabilizar su inversión, traspasarán el costo al arrendatario.
La reforma es una bofetada para los pequeños inversionistas, pero también para el crecimiento inmobiliario del país que se verá afectado, porque los compradores tendrán que escoger una inversión menos impositiva. El beneficio al DFL2, que será eliminado junto a los intereses de la deducción de los créditos hipotecarios, era un incentivo que -sin duda- le tendía la mano a la golpeada industria de la construcción.
Ahora, cuando un inversionista adquiera dos o más propiedades todo ingreso por concepto de arriendo será parte del global complementario, restringiendo a un solo crédito hipotecario los beneficios tributarios de la deducción de los intereses. De este modo, los gastos de los otros créditos hipotecarios no tendrán beneficio alguno.
Irremediablemente, veremos un efecto negativo en el mercado inmobiliario y, principalmente, por el lado de los inversionistas más pequeños. Al ser menos atractiva la inversión para ellos, caerá la demanda por el desarrollo de nuevos proyectos inmobiliarios, lo que no solo se traduce en menos viviendas sino también en un mayor desempleo.
Además, habrá una menor oferta en renta, lo que aumentará los valores de los arriendos, que ya experimentan un alza significativa en medio de la crisis económica. Ojalá, esta propuesta no prospere porque de aprobarse serían muchos los afectados: constructoras, inmobiliarias, pequeños inversionistas y arrendatarios.